En el complejo mosaico de nombres que tejieron la historia de la libertad venezolana, algunos permanecen en la penumbra del olvido, a pesar de la grandeza de sus gestas. Este 6 de mayo de 2025, al cumplirse 246 años de su nacimiento en la noble ciudad de Maracaibo, el nombre de Juan Antonio José Evangelista Lossada Antúnez vuelve a alzarse con la dignidad que merece como verdadero precursor de la Independencia del Zulia, hombre de acción, de profunda convicción patriótica y de desbordante generosidad.
Heredero de una tradición señorial y dueño de vastas haciendas cacaoteras en los fértiles parajes de Gibraltar y Bobures, Lossada Antúnez bien pudo limitarse a ser un actor secundario en los días convulsos que precedieron la gesta emancipadora. Sin embargo, su espíritu iba más allá de la comodidad terrenal. Su historia es la de un ciudadano que convirtió sus recursos en armas para la libertad y que decidió que la posteridad recordara su nombre asociado al sacrificio y al desprendimiento.
En agosto de 1806, cuando el Generalísimo Francisco de Miranda arribó a las costas venezolanas por Coro en su histórica expedición libertadora, Lossada no dudó. Consciente de la magnitud de la causa, contribuyó con dinero propio y envió varios de sus esclavos para apoyar la empresa. Fue así como Maracaibo, a través de su figura, dio una temprana señal de respaldo a la independencia, incluso en tiempos en que el dominio español parecía inquebrantable.
Su participación no se detuvo allí. En 1811, en un gesto de patriotismo que trasciende lo simbólico, donó dos buques de su propiedad, en sociedad con José Antonio Tubiñez Bocanegra, los cuales fueron incorporados a la naciente armada patriota. Estos barcos representaron una contribución estratégica en tiempos en que las fuerzas republicanas carecían de medios suficientes para afrontar los desafíos bélicos.
La decisión que consolidaría su imagen como precursor zuliano llegó poco antes de la decisiva Batalla de Carabobo. El propio hijo de Lossada, Fernando, entonces de apenas 15 años, lo instó a apoyar la causa de manera aún más directa. Ante esta insistencia, el hacendado zuliano organizó y alistó un contingente de peones de sus tierras, pertrechados con armas adquiridas con su propio esfuerzo. A ellos se unió el joven Fernando, llevando al corazón de la contienda el compromiso inquebrantable de la familia Lossada con la libertad. Así, mucho antes de que el Zulia proclamara formalmente su independencia, Maracaibo ya estaba representada en el fragor de la lucha por la emancipación venezolana.
Juan Antonio Lossada Antúnez, casado con María Luisa Gutiérrez de Celis y Pirela, perteneciente a una distinguida familia maracaibera vinculada directamente con otros héroes de la patria como Luis G. de Celis y Pirela, vivió siempre rodeado de un entorno profundamente comprometido con las luchas patrias. Su unión con los Gutiérrez de Celis y los Pirela no solo selló alianzas familiares, sino que lo vinculó aún más estrechamente al tejido social y militar de la resistencia independentista zuliana.
Pese a su noble origen y a su vida acomodada, Lossada jamás dudó en colocar la libertad de su tierra por encima de su propio bienestar. Su desprendimiento es ejemplo de civismo: entregó armas, esclavos, barcos y, sobre todo, a su propio hijo a la causa republicana. Su muerte en Maracaibo el 9 de diciembre de 1855, a la edad de 76 años, cerró un capítulo luminoso en la historia de la ciudad y del estado. Su legado, sin embargo, quedó impregnado en la memoria colectiva como el de aquel que —cuando otros esperaban— se adelantó a los tiempos y abrió la senda que llevaría al Zulia a sacudirse las cadenas del dominio español.
Recordar hoy a Juan Antonio Lossada Antúnez es un acto de justicia histórica. Es devolverle al relato nacional y regional el protagonismo que su coraje le ganó. Su figura es reflejo de ese espíritu zuliano que, desde la ribera del Lago, siempre ha defendido la libertad como un valor irrenunciable.
En cada aniversario de su nacimiento, su nombre debe resonar con fuerza en los salones de las escuelas, en las cátedras universitarias, en las calles que llevan su apellido y, sobre todo, en la voz del pueblo zuliano que sigue rindiendo tributo a sus hijos más ilustres.
Crédito de la fuente:Esta nota ha sido elaborada a partir de la información contenida en el Diccionario General del Zulia, de Jesús Ángel Semprún Parra y Luis Guillermo Hernández, segunda edición, 2018, publicado por Sultana del Lago Editores.