
Por María Emilia Jiménez
Cecil Pastorini es escritora, guionista, actriz y niñera ocasional, egresada recientemente de la carrera de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Hacer una descripción de las cosas que hace sería condicionar su manera de moverse en la vida. Diría que es camaleónica e inclasificable. Expresa que le cuesta la seriedad porque el absurdo la hace sentir cómoda, mezcla de performance y happening. Algunas veces, le gustaría adoptar cierta formalidad para que la tomen en serio. Sobre este punto, Jack Halberstam indica lo siguiente: «Que te tomen en serio significa perder la oportunidad de ser frívolo, promiscuo e irrelevante (…) no nos permite tener percepciones visionarias o dejar volar nuestra fantasía”.
¿Qué te llevó a estudiar Artes de la Escritura?
Siempre tuve el hábito de contar historias y de acercarme a las letras desde ese lugar. Al crecer, perdí la costumbre y me reconcilié nuevamente cuando tomé contacto con una vieja amiga que escribía poesías y me impulsó a continuar con la lectura. Después de ese momento, llegué a redactar un texto que se llama Algunas veces Silvia y se convirtió en el motor para ingresar en la UNA y mejorar en esos aspectos.
Estás por sacar un libro- objeto junto a Ariadna Mierez, ¿cómo fue el proceso creativo?
El proyecto empezó más o menos en el 2017, con el propósito de ir por la vía de la performance poética. Yo me encargaba de buscar lugar y fecha, armar el cronograma de artistas y mezclar gente del canon con personas que no tuvieran ningún tipo de lectura previa, como algo espontáneo. De esa manera, vimos la oportunidad de comenzar a leer nuestras poesías para ver cómo eran recibidas y ver que desencadenaba eso.
¿En qué desencadenó, finalmente, todo ese proceso?
En un proyecto epistolar en el que adoptamos a dos personajes, Kika y Gloria. El intercambio empezó por mail, sin ningún tipo de intervención o argumento pactado; de hecho, no sabía lo que iba a recibir de Ariadna. Fue meternos en nuestros personajes por completo. Un día nos dimos cuenta de que el texto se iba cerrando y también los personajes, con lo cual tuvimos que buscar los motivos por los que íbamos a dejar de escribirnos. Como el lineamiento es performático, planteamos pequeños monólogos donde se dirían cosas como “te extraño”, “se me hinchan los pies”; buscamos lo humorístico llevado a lo ridículo. En conclusión, las dejamos descansar casi por 3 años.
¿Cómo lo retomaron, luego de 3 años, para llevarlo a formato papel?
Decidimos juntarnos para que el proyecto no quedara en el olvido. En un primer momento, pensamos hacer un fanzine con lo que se tuviera a mano, pero, pasado un tiempo, apareció Pulpa Editora, que casualmente tiene un proyecto que se llama Conversayque implica la comunicación entre pares, poner el cuerpo y la relación que se tiene con el papel hoy día.
¿Cuándo se contactó la editorial con ustedes?
Nos habían visto en un evento y nos preguntaron si nos gustaría llevarlo a papel. Y dijimos: “¡Obvio, es lo que necesitamos!” Nos contaron que se trata de una editorial independiente que trabaja de manera artesanal y eso nos encantó. Ahí, nos dimos cuenta del tiempo que había pasado y tuvimos que sentarnos a editarlo de nuevo. Pensarlo era duro porque no quería afrontar esa relectura. Pasar por lo pasado.
El objeto-libro mantiene un rasgo irónico, como algo que tenés incorporado para todas tus cosas, ¿puede ser?
Es algo que tengo muy incorporado. De chica, me inculcaron reírme de las cosas y hoy día lo necesito para afrontar la vida. Además, no sé ponerme seria y tengo que entender que no me sale aunque lo intente. En mi tesis fueron cuentos de humor, sin querer caer en el chiste; veía que mi tutora, Carla Maleandi, se reía o me decía: “Anda por ahí” y yo no quería que fuera de risa, porque no soy Larry de Clay, pero terminó en algo irónico, ridículo y sarcástico. Me pasó en la tesis, en mi libro Placenta, en un corto que hice y sucedió en Kika y Gloria.
¿Qué podrías adelantar sobre Kika y Gloria?
Tiene mucho melodrama, en tono grotesco y surrealista. Mi personaje, Gloría, escribe en carta, pero las respuestas son por mail. No tiene mucho que ver conmigo, porque mi personaje se embaraza y yo no tengo hijos. Se enfoca mucho en el mal de amores que tiene su amiga e intenta mantenerla alejada de ese melodrama.Lo importante es que esas amigas se siguen escribiendo, sin importar el contexto, y que necesitan la presencialidad porque, si bien la carta une, la distancia se hace sentir.
¿Cuánta ficción creés que hay detrás de esos personajes?
Por mi parte, es todo ficción. De hecho, no tengo ninguna amiga que viva lejos a la cual escribirle, ni extraño tanto a alguien como para mandarle una carta. Sin embargo, pasó con Aru que empezamos juntas y después cada una siguió con su parte y nos volvimos a cruzar en los mismos proyectos; fue como un redondel. Creo que eso tiene que ver con la distancia y los procesos de la vida, es la espera de la carta. En el relato, soy la que escribe en carta y, siendo la más ansiosa, elegí el recurso más estancado. Realmente me encantaría escribirme con alguien por carta, pero nadie se prende. ¡Ojalá volvieran las viejas costumbres!
El libro juega mucho con lo indefinido en tiempo y espacio. Sí, hay cierta atracción por las viejas costumbres, pero, ¿por qué te pareció difícil la relectura de lo que habían escrito?
Siempre que uno deja reposar un texto, así sea performático o no, sentís que lo escrito es inentendible. En la facultad nos enseñan que la reescritura es parte de nuestra sangre. Y es justamente en esa edición que uno aprende a borrar, a expresar y a reacomodar las palabras. En ese tiempo que nos tomamos, como performáticas o escritoras, no somos las mismas y ese texto no es lo que queremos comunicar hoy. Los textos siempre están en constante movimiento y hay que aprender a soltarlos. Es necesario volver y entender un poco lo que se hizo, para comprender y amigarte con vos misma. Aunque el texto sea hermoso, en puntuación y sintaxis, encontrás algo que debe reformularse de otra manera, precisamente con la experiencia que te da el tiempo.
En la reescritura, ¿se mantuvo el espíritu de Kika y Gloria?
Se modificó bastante, porque nos dimos cuenta de que no se entendía nada. A veces no sabíamos sobre quién estábamos hablando o qué habíamos querido decir en tal carta y pensábamos: «¡Qué hicimos!». Aunque mi premisa es que no todo tiene que tener contexto, hay cosas que tienen que tener sentido. Mi profesor Ariel Schettini, que fue mi jurado en la tesis, me remarcó seguido: “No dejes al lector tan a la deriva, dale un poco de ayuda para entender”. Hay que darle forma, es decir, cómo se sostiene la estructura de todo esto. Tuvimos que tomar decisiones porque detrás hay una editorial y va a venderse.
¿Cómo construiste el personaje de Gloria?
El nombre proviene de una novela que me encanta, que se llama Para vestir santos.Me gusta aferrarme a las cosas que me gustan. Sé que en algún momento voy a querer estar embarazada y no entender mi cuerpo. Así fue que imaginé cómo sería y lo construí por cosas que sé de oído, como que se te hinchen las piernas. Un poco, fue jugar con un embarazo deseado y, a la vez, molesto. La molestia del deseo. Jugar con el estado emocional, que vaya al cuerpo y que el cuerpo vaya a la carta. Gloria tiene una forma de escribir un poco chapada a la antigua; de hecho, a veces putea en italiano, aunque no sabe el idioma, frases que te quedan de haberlas escuchado en otro lado. Setransformó acorde a lo que había, de aprender a dejarme llevar, saber quién soy y qué tengo para ofrecer.
El hecho de que Kika y Gloria se transformen en libro- objeto, ¿fue una decisión de ustedes o también participó la editorial?
Nos encontramos con Juan, que es parte de la editorial, y nos empezó a contar cómo es el proceso de trabajo, los papeles que usan, cómo funciona la preventa. Nos mostró unas cartas que había hecho de otra producción y nos pareció hermoso. Al ser un libro-objeto, hay cositas en los sobres que hacen a la obra y en eso nos ayudó la editorial porque vieron más allá con la posibilidad de sumar lo artesanal.
¿ De qué manera surgió el diseño artesanal?
Lo charlaron con nosotras en principio y después, en base a lo leído, fueron decidiendo los colores o lo que tenían ellos a mano, lo que se podía conseguir para acortar un poco el presupuesto. Nos contaban de los papeles que tenían a disposición, la conveniencia del tamaño de hoja; veían algunas cosas y decían: «Esto es muy Kika y Gloria».También sumaron mapas, por el tema de la distancia, pétalos de flores, pequeñas cositas que hacen a la obra performática. Abrir los sobres, descubrir lo que hay adentro, tocarlo, mirarlo. El movimiento del cuerpo que implica este libro- objeto es como una caja de sorpresas.
¿Qué podrías contarme del lanzamiento de Kika y Gloria?
Dentro de esta crisis económica y general que hay, me deprimí mucho cuando asumió Milei. Estaba muy mal y no quería hacer nada porque sentía que nadie iba a poder gastar un peso en el arte, ni aferrarse a la cultura, y después me di cuenta de que sí, la gente se aferra, ya sea a un libro o una película; lo que sea que consuma. Es lo que usas para evadir el día a día, salir de la cotidianeidad y de las redes que, a veces, pueden ser nocivas. No concibo la vida sin estar en constante movimiento y este libro me da el privilegio de formar parte de ese estar haciendo que es lo que me salva para enfrentar cualquier adversidad.
Imagen de portada extraída de instagram. Ph. Luzmaira L. Maldonado (ig._ uxm)