Por Lorena Escobar
Hernán Sassi es Profesor y Doctor en Letras, Magíster en Comunicación y Cultura, docente, ensayista, crítico de cine y literatura. Escribe en revistas culturales como El cohete a la luna y Tecla Ñ. Es autor de Hoteles. Estudio crítico (2007), Cambiemos o la banalidad del bien (2019), El Nuevo Cine murió (2021), La invención de la literatura. Una historia del cine(2021) y Perrone, el corsario(2024). Aunque posee una extensa formación y actividad, decide presentarse simplemente como un profe al que le gusta escribir.
EnLa invención de la Literatura realiza un recorrido por la historia del cine. ¿Cuáles fueron las motivaciones para escribir un libro que indaga el vínculo del cine con la literatura?
Lo primero que me llevó a escribir ese libro es otro libro, que dejé por la mitad y en algún momento retomaré, que trata sobre el Nuevo Cine Argentino y la literatura. Lo escribí, en principio, para explicarme a mí mismo cómo era ese vínculo entre el cine y la literatura en general. Empecé, así, a bosquejar algunas páginas de cómo era el cine en sus comienzos con los films mudos, el cinematógrafo, luego, las vanguardias, el cine clásico y, después, el contemporáneo. De ahí surgió La invención de la Literatura,como un desprendimiento de aquel otro que aún no terminé de escribir.
¿Cómo es ese lazo entre cine y literatura?
El vínculo entre cine y literatura lo he visto muy firme, por lo menos, en los últimos 20 años. Lucrecia Martel, Albertina Carri, Trapero, Rejtman, Perrone, Llinás y Citarella; grandes directores y directoras, abrevan mucho en la literatura pero no siempre desde la conexión convencional, la de la adaptación literaria. El nexo, aún hoy, continúa vivo, pero no con la fuerza de otro tiempo. Hay una devastación cultural. Fisher habla de una cultura postliteraria y creo que estamos en esa escena apocalíptica. Por eso, si es que vuelve el cine, volverá también la literatura. La prueba está en El Eternauta, la adaptación que todos esperamos para principios del año próximo. La había empezado Martel, pero por cuestiones presupuestarias y de otras índoles, no la llevó a cabo. Igualmente, estamos en buenas manos, Stagnaro es un genio, y también ha laburado con la literatura.
En el libro afirma que “el cine era un modo de explicar el ‘bicho humano’ ”. ¿Por qué el pretérito?
El cine, como todo arte, trata de explicar qué demonios somos, por qué estamos acá, a dónde vamos y explicarnos un poco, insisto, qué es lo que somos. Para mí todo arte busca lo mismo y, creo, seguirá haciéndolo. Lo que pasa es que, ahora, las circunstancias son más difíciles. Como dice Perrone, ahora tenemos muchas más posibilidades de hacer cine. Con un celular podés hacer cine. Esa posibilidad, hace 20 o 30 años atrás no existía. Y, como El Perro dice contínuamente —él para mí es un tipo que piensa y piensa muy bien la escena contemporánea—, los medios están pero no están las ideas. Entonces, ahí hay algo que está quebrado. El bicho humano, o el homo sapiens, está en crisis, en serio, literalmente. Se habla de crisis hasta civilizatoria, no es chiste.
¿Cómo ve el cine argentino independiente?
No veo una nueva generación, pero sí una renovación de aquello que fue el Nuevo Cine Argentino y cómo se adaptó a lo que es la nueva escena. En algunos casos, incursionan en las series, en otros no, pero permanecen en su propuesta estética. Luis Ortega con Jockey, Celina Murga con su última película, Aroma de pasto recién cortado, Benjamín Naishtat con Puan o el mismo Perrone, con Combo.
Y, ¿en relación con el cine en general?
Es importante mencionar que tenemos excelentes directores y directoras. Y sí remarco el género porque acá hay una particularidad absolutamente excepcional del cine. En nuestro país, buena parte de los principales exponentes son mujeres. Eso no existe en ninguna filmografía en otras partes del mundo, que yo recuerde. Realmente, es algo para destacar de nuestro cine. Si bien tenemos muchos motivos para flagelarnos como argentinos con lo que hacemos cíclicamente para autodestruirnos, hay progresos. Uno de ellos, es en materia de género. Por lo menos en cine y en literatura se ve claramente que los grandes exponentes de estas nuevas generaciones son mujeres.
¿Qué lo motivó a escribirPerrone, el corsario?
Primero y principal, siento una deuda muy importante con el cine argentino. Me ayudó mucho a crecer como crítico y como ser humano, y quiero devolverle un poco de lo mucho que me dio. Fui haciéndolo, en principio, con El nuevo cine no murió,libro con entrevistas a grandes directores y directoras del cine. Después, con esta obra sobre Perrone. Él es un emblema de la cultura argentina, no solo del nuevo cine, sino uno que trasciende el fenómeno o el movimiento, en realidad. Y salió un libro que me enorgullece. Es lo más cercano a su poética. Es corto, con imágenes, con parágrafos o posteos —hoy se los llama—, con tres o cuatro párrafos que definen algún momento de la vida del director, algún tópico o alguna obsesión. Está armado de esa manera, a imagen y semejanza de Perrone, con lo que a él le gustaría leer. Traté, incluso, desde mi escritura, de acomodarme a su deseo. Yo que suelo ser larguero me acoplé a una brevedad propia de un director al que justamente no le gusta leer mucho, y decidí hacer algo que le interese, que le guste.
¿Cómo es la relación entre el director y lo popular respecto del cine de otros autores?
En el caso de Perrone, él tiene un tipo de estética que conecta con lo popular. Es un gran artista, un esteta que trabaja con los cuerpos, sobre los descartes del capitalismo que son sus propios vecinos de Ituzaingó. Pero lo que no tiene, a diferencia de otros directores, es el miserabilismo, o la mirada que lo único que muestra son las miserias. Él tiene una visión, creo, más justa. Si volvemos a los grandes directores de esta generación como Trapero o Stagnaro —con Pizza, birra y faso—, o a series como El marginal o Tumberos,vemos una versión de lo popular vinculada con lo tumbero, lo transa, lo marginal. Ahí estarían todas las miserias o toda la basura de la sociedad. Es a mi entender, insisto, una visión muy miserabilista. Por otro lado, parece que algunas veces el Perro peca de tener la visión contraria, y enaltecer o hasta embellecer, podría decir alguno, la pobreza. Creo que no peca de eso, sino que está en el medio. Él, con las herramientas del arte, trata de mirarla de manera crítica, con sus luces y sombras, como lo haría cualquier escritor o director realista.
¿Cómo ve la figura del crítico de cine en la actualidad?
Hablando con el Perro antes de la última presentación del libro, él me decía: “Ché, ya no hay críticos. Si yo quiero buscar alguna revista, no hay revista de cine, no hay foros”. En ese sentido, hay información que abruma pero no hay foros para contar o, en este caso, para analizar cine. Obviamente, quedan espacios y cada uno encuentra esos espacios para continuar con la crítica. En mi caso, en estos últimos años estoy escribiendo en alguna revista que me enorgullece como Tecla Ñ o El cohete a la luna, pero se hace difícil porque el ecosistema mediático ha cambiado tanto que estamos frente a una escena de catacumbas donde lo que prima, hegemónicamente, son las series de Netflix y los videos de TikTok.
¿Cómo sería el decálogo de Sassi para aquellos que se están iniciando en el camino de ser críticos de arte?
No sé si decálogo, no me sentiría en condiciones. No puedo hacer el decálogo como Perrone, pero, como alguien que le ha dedicado buena parte de su vida a la escritura y a difundir el cine y la literatura, diría que nunca bajen los brazos. Si realmente te gusta el cine o la literatura, o la música, o lo que sea, y querés ser crítico y analizar algo de lo que en verdad te apasiona, no te bajes de esa pasión. Porque eso es lo que está en falta, en este tiempo tan devastado que nos habla de pasiones tristes y de tanto odio. Me parece que lo que nos sostiene es el arte, es la cultura. Cualquiera que apueste por eso, que es muy loable, hay que apoyarlo. Yo diría, no bajes nunca los brazos, andá por ahí.
Imagen de portada: Perfíl de Instagram de Sassi
