Este 29 de abril de 2025, Venezuela celebra con orgullo los 91 años de vida de Luis Ernesto Aparicio Montiel, mejor conocido como Luis Aparicio «El Junior», la máxima figura del béisbol zuliano y el único venezolano exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown. Su legado deportivo trasciende generaciones, consolidándolo como un ícono de la excelencia, la disciplina y el amor por el juego.
Nacido en Maracaibo en 1934, Luis Aparicio creció rodeado del ambiente deportivo que su familia promovía. Su padre, Luis Aparicio Ortega, ya era una leyenda como pelotero en Venezuela, y desde pequeño, «El Junior» fue formado en valores de entrega y pasión por el deporte. Aunque inicialmente mostró talento como arquero en el club de fútbol Guaraní, pronto sería el diamante de béisbol quien atraparía su destino.
Debutó como pelotero amateur en el Valdepino de Caracas y en el Policía de Maracaibo, pero su ascenso fue meteórico: apenas catorce meses después ya iniciaba su carrera profesional. El 18 de noviembre de 1953 hizo su debut en la pelota rentada venezolana, marcando el comienzo de una trayectoria que lo llevaría a la cima del béisbol mundial.
En la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), vistió los uniformes de Gavilanes, Rapiños, Tiburones de La Guaira, Águilas del Zulia y Cardenales de Lara, entre otros, dejando huella en cada equipo por su destreza como campocorto. Sin embargo, su proyección internacional llegaría en 1956, cuando debutó en las Grandes Ligas con los Medias Blancas de Chicago.
Durante 18 temporadas en las Grandes Ligas, acumuló cifras impresionantes: 10.230 turnos al bate, 2.677 hits, 506 bases robadas, 1.553 dobles matanzas realizadas (récord que se mantuvo por décadas), 8.016 asistencias y un promedio vitalicio de .262 al bate. Participó en 10 Juegos de Estrellas, ganó 9 Guantes de Oro y fue líder en bases robadas de la Liga Americana en múltiples temporadas.
Luis Aparicio fue protagonista en dos Series Mundiales: en 1959 con los Medias Blancas de Chicago y en 1966 con los Orioles de Baltimore, siendo el primer venezolano en disputar un clásico de otoño, abriendo camino para las generaciones futuras de peloteros nacionales.
Su talento defensivo, su velocidad y su inteligencia en el campo lo convirtieron en un modelo a seguir. En 1984, su consagración definitiva llegó cuando fue elevado al Salón de la Fama de Cooperstown, el máximo honor para un jugador de béisbol. Su exaltación no solo fue un triunfo personal, sino un orgullo colectivo para Venezuela y especialmente para su tierra natal, el Zulia.
Luis Aparicio también se destacó como mánager en la pelota criolla, dirigiendo a equipos como las Águilas del Zulia, los Cardenales de Lara, los Navegantes del Magallanes, los Tiburones de La Guaira y los Petroleros de Cabimas. Como instructor, trabajó con los Medias Rojas de Boston, aportando su experiencia para formar a nuevas estrellas como Nomar Garciaparra.
A lo largo de su vida, Aparicio ha recibido incontables reconocimientos: Doctorados Honoris Causa otorgados por la Universidad Centrooccidental Lisandro Alvarado (UCLA) y la Universidad del Zulia, campeonatos de béisbol que llevan su nombre, e incluso la construcción del Distribuidor Luis Aparicio en San Francisco, estado Zulia.
Hoy, a sus 91 años, Luis Aparicio sigue siendo ejemplo de perseverancia, humildad y amor por el deporte. Su nombre está grabado no solo en los libros de récords, sino en la memoria y el corazón de millones de venezolanos que crecieron admirando su estampa elegante en el campo corto.
Luis Aparicio «El Junior» es, y será siempre, el símbolo de la grandeza zuliana proyectada al mundo.