El 18 de abril de 1842 nació en Maracaibo el presbítero doctor Francisco José Delgado Ríos, figura esencial de la historia eclesiástica, educativa y política del Zulia. A 182 años de su natalicio, su vida sigue siendo un símbolo de compromiso con la cultura, la fe y la justicia en Venezuela. Delgado fue mucho más que un sacerdote: fue rector de la Universidad del Zulia, parlamentario, educador, escritor y un valiente defensor de las libertades ciudadanas, incluso a costa de su libertad personal.
Conocido también por su seudónimo Gil Blas, Delgado fue un orador sin rival, tanto en el ámbito eclesiástico como en el civil. Sus discursos y textos, muchos de ellos recogidos en publicaciones como Postrimerías (1902), Dominicales (1907) y Voz de Justicia (1915), lo muestran como un pensador profundo, comprometido con el destino moral del país.
Vocación religiosa y servicio pastoral
Ordenado sacerdote en 1865, su carrera eclesiástica fue ejemplar. Ejerció como párroco en varias iglesias de Maracaibo, incluyendo San Rafael, Santa Lucía y San Juan de Dios, y se desempeñó como capellán del Hospital Militar y del Santo Sepulcro. Fue también notario de la Vicaría, canónigo de la Iglesia Metropolitana de Caracas y rector del Seminario caraqueño. Entre sus contribuciones materiales destaca la edificación de la iglesia de San Rafael, la culminación de la iglesia de Santa Lucía y la construcción de la cúpula de la Iglesia Matriz, que más tarde sería la Catedral de Maracaibo.
A pesar de que fue postulado para el obispado de Mérida de Maracaibo en 1892, tras el fallecimiento de monseñor Lovera, rechazó humildemente la distinción, evidenciando su carácter sobrio y desinteresado.
Educador y rector reformista
La labor educativa de Francisco José Delgado fue tan relevante como su misión pastoral. Fue profesor y vicerrector del seminario, catedrático del Colegio Nacional, director de escuelas parroquiales y del colegio San Luis, además de segundo rector de la Universidad del Zulia entre 1892 y 1896. En esta etapa logró reconstruir la sede universitaria que amenazaba ruina, sin contar con el respaldo del gobierno nacional. Su contribución fue reconocida con la medalla de Instrucción Pública (1885) y el Busto del Libertador (1894), galardones que evidencian su prestigio como formador de generaciones.
Compromiso político y exilio
Su lucha por la libertad lo llevó al terreno político, donde fue diputado, presidente de la Asamblea Constituyente del estado Zulia, consejero de Gobierno, senador del Congreso Nacional y presidente encargado del estado. En 1892, durante el Congreso Nacional, se opuso con firmeza al continuismo de Andueza Palacio, lo que marcó su carácter como defensor de la institucionalidad.
Durante la dictadura de Cipriano Castro, fue preso político en La Rotunda y en la Fortaleza de San Carlos entre 1899 y 1900, y posteriormente exiliado a Curazao, España y Colombia. Solo regresó al país tras la amnistía de 1905, pero la persecución política continuó: en 1911 fue electo diputado, y su negativa a apoyar un voto de gracias al dictador Juan Vicente Gómez le obligó a abandonar definitivamente la vida política.
Murió en Maracaibo el 20 de septiembre de 1923, a los 81 años, casi ciego, pero con el respeto de generaciones que lo vieron como un baluarte de la dignidad intelectual y espiritual del Zulia.
Legado actual
Hoy, recordar a Francisco José Delgado no es un simple acto conmemorativo: es una invitación a valorar la historia zuliana desde el ejemplo de aquellos que, como él, enfrentaron la injusticia con fe, razón y coraje. Su vida y obra merecen ser difundidas y estudiadas como parte de la memoria regional que construye ciudadanía.
Fuente: Diccionario General del Zulia, de Jesús Ángel Semprún Parra y Luis Guillermo Hernández.
Archivo consultado: Entrada «DELGADO, Francisco José».