[Crónica]: «Sólo me fijé en ello cuando iba a cocinar». Luis Guillermo Franquiz

Sólo me fijé en ello cuando iba a cocinar. Soy un hombre disperso y olvidé comprar un complemento que necesitaba para mis comidas en el encierro. Fui hasta el supermercado más cercano, a una cuadra de mi casa. Las calles desiertas y húmedas por la lluvia intermitente. Antes de ingresar al supermercado vi que los autobuses del TransMilenio pasaban casi vacíos, con cuatro o cinco pasajeros por unidad (eso, cuando llevaban pasajeros), y todos con tapabocas. Me quedé un momento allí, al borde de la acera, mirando sin ver. Jamás imaginé que Bogotá se me ofrecería tan desnuda y tan despoblada.

También vi que ya no había las filas de los días previos delante del supermercado. Al entrar, uno de los carritos de metal se deslizó hacia un lado, con mucha lentitud, y golpeó contra el barandal que separa la entrada de la salida. El retintín metálico hizo un eco agudo dentro del local y la cajera levantó la mirada hacia mí. Creo que ese sonido metálico simbolizaba bien lo infructuoso de mi búsqueda. Anaqueles vacíos, estantes sin mercancías, existencias agotadas. Apenas una señora, al fondo, rebuscando entre algunos tomates.

La cajera me reconoció, quizás porque siempre compro allí:

—¿Viniste a buscar la pasta?

Sonreí para intentar cubrir la expresión de culpabilidad.

—Te dije que la llevaras, y ya no hay.

—¿De ningún tipo?

—Nada.

—Bueno… Voy a ver si consigo algo qué llevarme.

Deambulé con una extraña sensación de haber vivido eso antes. Era como estar de vuelta en Venezuela, durante los últimos meses antes de mi salida. Quedaban algunos paquetes de galletas y varias cajas de productos de baño, cosas cosméticas. Y bastante jabón en polvo para lavar. Supuse que la gente, en sus encierros, no se preocuparía por usar ropa limpia de nuevo. Regresé junto a la cajera.

—¿Tienes idea de cuándo tendrán pasta de nuevo?

Ella hizo un gesto negativo con la cabeza.

—Pues —dijo—, deberían reponernos parte de la mercancía hoy, en el transcurso del día, porque si no tendremos que cerrar.

—Ah, caramba…

—¿Te lo llevas?

Ambos miramos el frasco de salsa pesto que llevaba en la mano.

—Sí —respondí—, por favor.

Fuente

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El Maracaibeño es un periódico literario y cultural fundado por Luis Perozo Cervantes, cuyo primer y único número impreso fue lanzado el 8 de septiembre de 2014, bajo el lema “El nuevo gentilicio cultural”. Su creación surgió como respuesta a la necesidad de un espacio dedicado a la promoción y difusión de la cultura en Maracaibo.

El 1 de octubre de 2017, El Maracaibeño dio un paso importante al transformarse en un diario digital, convirtiéndose en el primer periódico de la ciudad enfocado exclusivamente en la cultura. Con su nueva versión digital, adoptó el lema “Periódico Cultural de Maracaibo”, extendiendo su alcance a todo el país.

Este periódico es una propuesta respaldada por la Asociación Civil Movimiento Poético de Maracaibo, que busca fomentar un periodismo cultural que contribuya a la construcción de una nueva ciudadanía cultural en la región. El Maracaibeño se posiciona como un vehículo para llevar las noticias más relevantes de la cultura, desde críticas de arte hasta crónicas y ensayos, cubriendo así una amplia gama de expresiones artísticas.

El Maracaibeño no solo es un medio informativo, sino un símbolo de la riqueza cultural de Maracaibo, llevando a sus lectores las noticias más importantes del ámbito cultural, tanto local como internacional.

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