Germán Ávila: A nueve años de la partida del Látigo de la gaita zuliana

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En la memoria sonora del Zulia resuena con fuerza, todavía hoy, la inconfundible voz de Germán Guillermo Ávila Sandoval, aquel maracaibero nacido el 12 de enero de 1946 que se ganó un sitial eterno en la historia de la gaita. Mejor conocido como El Látigo, su impronta en este género tradicional trasciende generaciones y permanece viva, especialmente al conmemorarse este 6 de mayo de 2025 el noveno aniversario de su fallecimiento en Houston, Estados Unidos.

Hablar de Germán Ávila es recorrer las más célebres agrupaciones gaiteras de la segunda mitad del siglo XX, cuando la gaita no solo era música de temporada, sino un símbolo de zulianidad que se alzaba en defensa de las costumbres, de la protesta social y de la devoción popular. Su carrera comenzó con pasos firmes al integrar en 1962 a Estrellas del Momento, pero su verdadero ascenso se dio en Cardenales del Éxito, conjunto con el que inmortalizó temas como La botellita y Trigueña hermosa, y en el que compartió escenario con figuras como Ricardo Aguirre. Su capacidad para fusionar la fuerza de la voz con la poesía popular lo hizo destacar de inmediato.

El eco de su canto se escuchó luego en Saladillo R.Q., donde dejó joyas como Gaita entre ruinas y Frente a frente, reflejo de su sensibilidad para interpretar tanto el amor como el entorno social de su Maracaibo amado. Posteriormente, en Rincón Morales (1981-1987), consolidó su legado con el emblemático Gaita gaita y un inolvidable Popurrí 1, que celebraba la tradición y encendía los corazones gaiteros en cada diciembre.

Sin embargo, Ávila también fue voz de la denuncia. Su participación en VHG lo vinculó con composiciones como De Carabobo a Cararabo, una pieza que generó controversia y llegó a ser prohibida por su contenido contestatario. Lejos de amedrentarse, Germán defendió siempre el derecho de la gaita a ser expresión de las realidades zulianas. Su compromiso social se hizo aún más evidente cuando asumió en 1993 la presidencia del Instituto Municipal de la Gaita Ricardo Aguirre, desde donde promovió políticas culturales en favor del género.

En los años 90 y comienzos del nuevo milenio, Germán Ávila se mantuvo activo en distintas agrupaciones como La Gran Montonera, Gaiteros del Empredado, Tropicales del Éxito, Estrellas del 2000 y Los Colosales de Ricardo Cepeda, donde se hizo evidente que el tiempo solo había madurado su estilo. Fundó su propio proyecto, Los Parranderos del Látigo, en un gesto que simbolizó su deseo de seguir llevando alegría y devoción a los hogares zulianos.

Entre sus canciones más queridas se cuentan títulos que evocan tanto a la Virgen como al gentilicio zuliano, como Gloriosa Chinita, Nació un saladillero y La esquina del recuerdo. Su voz fue, sin duda, un puente entre lo tradicional y lo moderno, entre la devoción y la crítica, entre la fiesta y la nostalgia.

La noticia de su partida el 6 de mayo de 2016 conmovió profundamente a la colectividad gaitera. Tras complicaciones de salud derivadas de su batalla contra la diabetes, Germán dejó este plano terrenal, pero no sin antes recibir un sentido homenaje en su tierra natal. Su cuerpo fue velado en capilla ardiente en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, espacio sagrado que tantas veces fue testigo de su devoción a La Chinita. Allí, amigos, familiares, compositores y solistas rindieron guardia de honor. La Alcaldía de Maracaibo y la Gobernación del Zulia se unieron al tributo, otorgándole la Orden Relámpago del Catatumbo post mortem.

El cortejo que llevó sus cenizas por El Pozón y Santa Lucía fue una manifestación del cariño popular. Gaitas, aplausos y lágrimas se entrelazaron en una despedida que fue también una celebración de su vida. Finalmente, sus restos fueron depositados en el cementerio Corazón de Jesús, donde descansan acompañados por el eterno coro de las gaitas que él tanto amó y engrandeció.

Hoy, nueve años después de su adiós, Germán Ávila sigue siendo un faro en la historia de la gaita. Su legado no es solo musical, sino profundamente cultural. Es símbolo de la rebeldía creativa, del amor por la Virgen de Chiquinquirá, de la defensa de las tradiciones y de la fuerza del pueblo zuliano. En cada aguinaldo, en cada reunión familiar, en cada diciembre que viste de feria a Maracaibo, su voz vuelve a renacer para recordarnos que mientras haya gaita, El Látigo nunca se irá

Crédito de la fuente: Esta nota ha sido elaborada a partir de la información contenida en el Diccionario General del Zulia, de Jesús Ángel Semprún Parra y Luis Guillermo Hernández, segunda edición, 2018, publicado por Sultana del Lago Editores.

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