PorRamiro Antico
“Cuando el quinto ángel tocó la trompeta, Juan vio que una estrella había caído del cielo, el pozo del abismo se abrió, subió humo como de un gran horno, fue oscurecido el sol y también el aire. En aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero de ninguna manera la hallarán. Anhelarán morir, y la muerte huirá de ellos” [Revelación de Juan, Nuevo Testamento].
La humanidad coquetea con la idea del fin del mundo desde siempre. Algunos autores señalan que toda la teoría cinematográfica gira en torno a su propia muerte. Es curioso que se denomine al cine como séptimo arte. En el apocalipsis bíblico, el séptimo ángel es el último que toca la trompeta y es también llamado Ángel de la Muerte. “La muerte del cine” se ha instalado como aforismo desde hace ya casi medio siglo. Sin embargo, para no caer en un patetismo nostálgico, como indica Domin Choi en su ensayo “Fin(es) del cine”, es preciso señalar algunas cuestiones al respecto. En primer lugar, ¿qué legado recibe el cine de la filosofía, la historia y las artes? Para Hegel, el fin del arte no es más que la filosofía tomando las riendas de la búsqueda que hace el espíritu del absoluto ideal. El fin de la historia es el primer día del resto de una nueva vida, dice Danto, para quien la muerte era el fin de un gran relato, pero no del tema mismo del relato. Ya el Zaratustra había descendido de la montaña para anunciar la muerte de Dios, lo cual representaba un nuevo comienzo, un punto de partida, como lo es la muerte del autor para la existencia del lector. Es decir, existe una lectura desatenta y fatalista sobre el significado de estos enunciados.
Así como la muerte huye de los hombres en la “Revelación de Juan”, último libro del Nuevo Testamento, el cine ha huido de su(s) muerte(s) una y otra vez. La llegada del sonoro, la crisis de la imagen-acción, el advenimiento de la televisión, y las plataformas de streaming, más que sentenciar la muerte del cine, han señalado en todo caso sus edades. Quien observa esto con claridad es Gustavo Aprea en un texto publicado en El fin de los medios masivos. Si hay una muerte del cine de la cual merece la pena hablar, es en tanto forma comunicacional hegemónica. El séptimo arte ha sido desplazado como espectáculo masivo de indiscutida relevancia, lugar que ocupó prácticamente durante todo el largo del siglo XX. De todas maneras, el flujo de entretenimientos audiovisuales sigue siendo la forma por excelencia del capitalismo. En este contexto, cierto cine puede encontrar un nuevo rol y constituirse como un espacio de resistencia.
Peter Greenaway pasó por Argentina en el año 2016 para brindar una serie de conferencias que llevaban por título “El cine ha muerto, larga vida al cine”. El director británico considera que el cine es un arte joven, muy joven, que permanece en un estado casi embrionario, y cuyas posibilidades aún no han sido agotadas. De allí que entre sus intereses se encuentre la búsqueda de un cine no narrativo, de múltiples pantallas, que desborde su dispositivo tradicional y se reinvente. Mientras Arthur Danto crea el concepto de arte posthistórico, Greenaway define el de post-cine. Para el teórico estadounidense, el artista apropiacionista es el ejemplo perfecto de su planteo. En el periodo del arte contemporáneo, la información aparece desordenada, dispersa y abundante: una condición perfecta de entropía estética. Mal aspectada, es una fuente de sobreinformación involuntaria paralizante, pero bien aspectada, un estado ideal de libertad. Greenaway, por su parte, se hace cargo muy bien de esta cuestión. Hace del coleccionismo, del archivismo, de todos los saberes del mundo, su fuente. Despliega a partir de ella una serie de procedimientos, como el picture in picture, las sobreimpresiones y las pantallas divididas, herramientas cercanas al cine experimental, al videoarte o a las videoinstalaciones, que lo llevan a realizar obras que atraviesan sin problema las fronteras entre el cine, la televisión, los websites interactivos y el museo.
Aki Kaurismäki, el director finlandés, presenta una propuesta bien diferente en comparación a la del cineasta británico. Su último film, Hojas de otoño(2023), narra la historia de dos personajes, Ansa y Holappa, quienes se conocen casualmente en un bar de karaoke en Helsinki. Ambas almas solitarias buscan su primer amor. La historia se desarrolla entre sus encuentros y desencuentros. Este ir y venir de un polo a otro es característico del melodrama, siempre exagerado y sobrecargado, barroco, lo cual se nota especialmente en la dirección de arte. En cuanto a la trama, es preciso señalar que se inscribe en la forma tradicional de tratar personajes, contexto y conflicto, en el marco de una historia romántica. Esto es lo que el director toma del cine clásico. A su vez, ciertos elementos del cine moderno se manifiestan: los personajes podrían considerarse videntes, en tanto que su condición socioeconómica les impide actuar con claridad. Las imágenes de Ansa y Holappa en sus ambientes laborales, tensos, por cierto, es una constante a lo largo de todo el largometraje.Por otro lado, el autor cita en numerosas oportunidades la historia del cine, con comentarios y afiches. Ese trabajo con el archivo, la cita y la referencia, es característico del cine neobarroco. Si pensamos los pliegues como estilos, tal como lo hace Deleuze, Kaurismäki hace nacer su estilo propio de la síntesis entre lo clásico, lo moderno y lo contemporáneo.
Las propuestas recientes de ambos directores son bastante distintas: la reinvención del cine en el caso de Greenaway, y la reivindicación del cine en Kaurismäki. Las estructuras laberínticas del inglés contrastan con la narrativa orgánica del finlandés. El primero pretende salir del cine en tanto medio, y el segundo no parece tener ningún conflicto con quedarse. Ambos autores brindan una respuesta precisa y personal a la sentencia de la muerte del cine. En el Apocalipsis bíblico se señala que la salvación y la esperanza están al final de la historia, en la vida eterna. Si Dios ha dado esa oportunidad a los hombres y mujeres, ¿por qué no se la daría al cine?
Imagen de portada: Fotograma del film Hojas de Otoño.
