El teatro reflexiona sobre sí mismo

Por Silvia J. R. González

Muñeca o el naufragio, de Irene Almus. Dirigida por Mariana Giovine. Con Irene Almus, Santiago Fraccarolli, Gastón Frías y Luciana Vieyra. En el Teatro Leónidas Barletta, Av. Roque Sáenz Peña 943, CABA. Funciones: domingos 19:00 hs.

Irene Almus vuelve a brillar en los escenarios porteños, tanto en su rol de actriz, como de dramaturga. Su habilidad para desplegar con naturalidad su gestualidad clownesca y conectar con el público a través de sus miradas picarescas, la ha convertido en una figura destacada. Cuando escribió su ópera prima, Espuma de Oriente, nos introdujo en el universo del radioteatro. Ahora, es el turno del teatro. Apoyándose en el ensayo de Muñeca, obra escrita por Armando Discépolo, nos muestra los pormenores de la vinculación del elenco, donde los egos, la chismorrería, los secretos malintencionados y la discriminación siempre enturbian cualquier relación humana.

Es muy interesante como entrecruza diferentes capas de temporalidades, y todas giran al mismo tiempo en el carrusel del grotesco. Por un lado, Discépolo escribió Muñecaen 1924, y los cien años que han pasado condensan nuestro patrimonio cultural en las artes escénicas. Por otro lado, la obra de Almus está ambientada en 1941, en un entorno convulsionado por la Segunda Guerra Mundial, donde lo diferente de la otredad era rechazado. Aborda temas como el antisemitismo, con el consecuente genocidio en el holocausto, además del rechazo a la diversidad sexual, supuesta amenaza al paradigma de la estructura heterogénea, que parecía ser la única con derecho a tener legalidad.

La tercera línea de temporalidad es el ensayo de la obra Muñeca, que se va entorpeciendo con el pasado de cada personaje. Por último, el tiempo real donde el público ríe con ganas de los gags, y se estremece con un final inesperado donde la ficción y la realidad de los personajes terminan convergiendo.

En esta obra, Almus escribe teatro creando pilares de problemáticas que habitan en los equipos teatrales. En este ejercicio de metalenguaje, donde el teatro se repliega sobre sí mismo para criticarse, se apoya en situaciones que atrofian a las artes escénicas, tales como el divismo, ese exceso de ego que impide ver que el trabajo es en equipo, además de menospreciar a los pares y creer ser el mejor de todos. El encargado de la construcción de este personaje es Eduardo Calvo. Cuando es descubierto por el público, debajo de la peluca de caracterización, comienzan a revalorarlo más allá del popular Heavy-Re jodido (recordando su paso por el teatro San Martín con más de 30 obras en su haber).

Completan el equipo sobre el escenario Luciana Vieyra, Gastón Frías y Santiago Fraccarolli, en una perfecta consonancia para representar la desarmonía. Este equilibrio escénico entre la comedia y el drama, característico del género grotesco, se da gracias a la acertada dirección de Mariana Giovine.

Muñeca o el naufragio es una obra que reinterpreta a Discépolo desde otra lectura y circunstancias, como es el ensayo de la pieza teatral. Almus utiliza el humor como herramienta para alivianar temas ríspidos y dolorosos. Genera una distancia crítica con respecto a las cuestiones tratadas y provoca la reflexión del espectador.

Imágenes de prensa

Fuente

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