Por Silvia J. R. González
Sabalera, de Leandro Airaldo. Dirigida por Leandro Airaldo. Con María Colloca. En El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA. Funciones: viernes, 22:30 hs.
Una fantasía recurrente en el ideario humano es asistir a nuestro entierro, nuestra última experiencia, donde se supone que recorreremos, en un balance rápido, todo lo construido en nuestra vida. Con este marco, el relato de Sablera, unipersonal de comedia musical, se desarrolla en el velorio de la protagonista, esos momentos anteriores al instante temido: el inquietante “apagón total”.
¿Qué queda cuando la vida se termina? Para los artistas que trabajan con materialidad, serán sus obras, pero para el actor, la actriz, los que interpretan canciones, solo será el fugaz momento en la escena. La actuación es el lenguaje más vivo de las artes: el convivio social, la celebración misma de la vida donde se produce ese pacto tácito entre el autor, el actor y el público. Y justamente eso será lo que los hará eternos, si es que supieron llegar al corazón de sus espectadores.
Leandro Airaldo es el dramaturgo y director. Cuenta con la experiencia de haber trabajado en su otra obra, La Falcón, las referencias culturales, los modismos de las expresiones coloquiales, frases del acervo popular y palabras que pintan el costumbrismo. En este caso son de una localidad de la provincia de Santa Fe, incluyendo por ejemplo las aspiraciones de las eses en el decir de la protagonista.
María Colloca, por su parte, es una artista integral: brilló en el personaje de Ada Falcón, y también lo hace en Sabalera,donde encarna a Sheila, la cantante que asiste a sus propias exequias y, sin embargo, jamás pierde la alegría. Por el contrario, en su viaje emocional relata lo vivido con humor y marca cada cambio de etapa con una canción que fue éxito en su carrera. Los géneros son variados: cumbia santafesina, tango, milonga, bolero y balada. Toda la música es original, creada por Airaldo, Colloca y Silvia Vives.
La actriz recurre a sus matices y tonos de voz para visualizar las escenas recordadas. El público se identifica con la protagonista y se emociona con sus vivencias. Uno de los momentos más emotivos es cuando narra su historia de amor y el primer beso. Parafraseando la expresión francesa, un beso es una pequeña muerte, y Sheila lo describe como “el pequeño apagón”.
La puesta en escena, minimalista pero efectiva, se centra en la palabra y la iluminación. El panel con un micrófono es el único elemento escenográfico, pero resulta suficiente para evocar los distintos escenarios de la historia. La iluminación de Luciana Giacobbe refuerza la atmósfera y acompaña la narración.
Sabalera es una obra que invita a la introspección y a la celebración de la vida. Reflexiona sobre la finitud de la existencia humana y la trascendencia artística. Explora temas universales como la identidad, el amor y la pérdida. Al final, el público se despide de Sheila con una sonrisa, recordando que la muerte es solo un capítulo más en la gran aventura de la existencia.
Foto de Prensa DucheZarate
