Este 30 de abril de 2025 se conmemoran 48 años del fallecimiento de José Antonio Uriana, maestro normalista, pionero de la educación indígena y poeta wayuu, cuya vida estuvo dedicada a la formación de generaciones y al fortalecimiento cultural de la región zuliana.
Nacido en Maracaibo el 1 de mayo de 1928, José Antonio Uriana García representa uno de los más claros ejemplos de compromiso educativo y social en el estado Zulia. Como primer guajiro egresado de la Escuela Normal de El Mácaro en Turmero, estado Aragua, en 1947, Uriana abrió caminos no solo para su comunidad sino para todo el pueblo indígena venezolano, integrándose de lleno en el sistema educativo nacional sin renunciar a sus raíces culturales.
Durante décadas, ejerció la docencia en distintos municipios del Zulia, entre ellos Colón, Mara, Páez (hoy Guajira), Almirante Padilla y la propia Maracaibo. Su paso como educador dejó huellas imborrables en instituciones como la escuela estatal María Andrade en el islote de Santa Lucía de Maracas, la escuela Pedro Luengo de Santa Cruz de Mara, la escuela estadal Tunanita de Colón, y escuelas de Cabimas y Baralt, incluyendo la reconocida Guillermo Quintero Luzardo.
También desarrolló una amplia labor educativa en Maracaibo, donde formó alumnos en las escuelas Gabriela Mistral, José Ortín Rodríguez y el colegio Coquibacoa. Allí, Uriana no solo impartió conocimientos, sino que también sembró valores de identidad, respeto y superación personal, siendo maestro de figuras relevantes como el dirigente político Manuel Guanipa Matos, el diplomático Roy Chaderton, y el destacado boxeador Ramoncito Arias.
A su carrera como maestro se sumó su servicio como director de la escuela nacional Juruba en el municipio Páez y su labor como supervisor educativo del Ministerio de Educación en los municipios Mara y Páez, ampliando su influencia en toda la subregión guajira.
En paralelo a su labor docente, José Antonio Uriana cultivó una vocación literaria profunda. Colaboró en publicaciones periódicas como Tribuna Libre y El Mirandino, y desarrolló una obra poética de expresión clásica, de la cual solo una parte se publicó en vida. El resto de sus versos y textos en prosa permanecen inéditos, como testimonio de un creador que halló en las letras una extensión natural de su alma indígena y venezolana.
Reconocido en vida con la medalla 24 de Junio y diversos diplomas de honor, su legado fue resaltado tras su fallecimiento, cuando en 1980 la Junta de Promoción y Desarrollo de la Guajira le rindió un homenaje póstumo, destacándolo como maestro y poeta guajiro y como uno de los impulsores de la causa indígena dentro del sistema educativo venezolano.
Contrajo matrimonio con Matilde Pocaterra, con quien formó una numerosa familia de siete hijos, entre ellos la también reconocida Atala Uriana, quien continuó parte de su herencia cultural.
En honor a su memoria y a su aporte, una escuela básica lleva hoy su nombre en el sector Caña Brava del municipio Mara, como símbolo de su compromiso con la educación y el progreso de su pueblo.
José Antonio Uriana falleció en Maracaibo el 30 de abril de 1977, dejando tras de sí una vida ejemplar de servicio, palabra y dignidad, que hoy sigue inspirando a quienes creen en la educación como instrumento de transformación social y en la cultura como raíz que sostiene a los pueblos.
Desde El Maracaibeño recordamos su figura con respeto y admiración, reafirmando el valor de su vida como parte fundamental del patrimonio cultural zuliano.
Indudablemente y muy humildemente mi padre el Normalista, poeta, escritor y buen Padre, supo enfrentar los avatares y obstáculos que en esa época se les interponía a los indígenas de vzla en nuestro caso a los Wayuu y con sus armas más esenciales como lo fueron su destacada labor docente, y con su pluma supo echar raices dentro de la prosa Indiana con sus poesías, versos, canciones, cuentos que le dieron el calificativo de poeta y escritor, aparte de ser un Padre que nos inculcó el estudio y la preparación para un mañana y que junto a mi querida madre Matilde Pocaterra de Uriana nos guiaron por los caminos de los saberes que hoy dignamente representamos .
Gracias a todos los hicieron posible este homenaje a mi querido Padre.