CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7
Hasta el 22 de diciembre, en Nave 10 Matadero se representa ‘La gramática’, una original comedia escrita y dirigida por Ernesto Caballero. La historia está protagonizada por María Adánez, que interpreta con gran acierto a una de mujer de la limpieza de escasa formación, que trabaja en la RAE. Un día, de la noche a la mañana, y a causa de un fatídico accidente, se convierte en una consumada erudita de la lengua y la gramática. Todo ello ocurre cuando una gran estantería llena de libros de gramática, desde la primera hasta la última edición, se precipita encima de ella, ocasionándole un grave trastorno.
A partir de ese momento, esa mujer de vida sencilla, madre de familia y con dos hijos sufrirá lo indecible porque no puede reprimir sus impulsos cada vez que alguien ‘patalea’ el diccionario e inmediatamente lo tiene que corregir aunque sus formas no sean las más correctas y educadas. Esto le acarreará un sinfín de problemas con su familia y su entorno laboral que la llevarán prácticamente al aislamiento. Lo bueno para ella es que un reputado neurocientífico (fantástico José Troncoso) se ofrece para someterla a un singular proceso de desprogramación lingüística. Es decir, a un reseteo que solucione los numerosos problemas que esta obsesión por la corrección está causándole a su vida. Todo con el objetivo de desaprender lo que nunca se ha aprendido.
Caballero escribe y dirige esta comedia, con pinceladas de parábola distópica, sobre los límites del lenguaje y, por tanto, de nuestro mundo. Un retrato ácido de la España actual, carne de telerrealidad, que destapa el empobrecimiento de nuestra lengua y dispara a algunos de sus culpables. A lo largo de 75 minutos, el dramaturgo homenajea nuestra relación con la lengua con esta sátira que contiene gags hilarantes, sobre todo en su primera mitad. El arranque es absolutamente genial mientras el neurocientífico está relatando todo lo que le ha ocurrido a la limpiadora hasta llevarla a su consulta, mientras ella asiente con la cabeza en todo momento, constatando todos y cada uno de los surrealistas episodios. Especialmente divertido es cuando ella despierta en el hospital tras ser aplastada por la estantería y tiene una graciosísima discusión con la enfermera que la atiende.
Una de los aspectos que más nos han gustado del texto de Caballero es su clara influencia de Bernard Shaw, convirtiendo a Troncoso en un graciosísimo anti-pigmalión y a María Adánez en una ‘doña nadie’ que sigue las reglas de la gramática como si se tratará de una maldición centenaria. Lo menos bueno es que la obra transcurre de forma brillante hasta la mitad prácticamente, pero luego se desinfla y, aunque tiene partes divertidas, no alcanza esa solidez de esos primeros 30 minutos.
Uno de las grandes atracciones de ‘La gramática’ es su pareja protagonista formada por María Adánez y José Troncoso. La actriz de ‘Pepa y pepe’, ‘Aquí no hay quien viva’ o ‘La que se avecina’ está francamente bien dando vida a esa señora de la limpieza que vive obsesionada por la gramática y se siente rechazada por la sociedad, incluso por su propia familia. Adánez brilla sobre la Nave 10 del Matadero derrochando naturalidad, frescura y una gran vis cómica, y transmitiendo a la perfección todos los matices de su personaje a través de la expresión corporal, las muecas y las miradas. El suyo es un personaje que habla mucho con su cuerpo, está sobrepasada por la situación y está deseando salir de ese mundo gramatical.
Troncoso, por su parte, está fantástico y muy gracioso en la piel del prestigioso neurocientífico que ayuda a la limpiadora a revertir esa situación y convertirla nuevamente en la mujer que siempre fue. Junto a Adánez forma un tándem estupendo y cómplice que nos regala un buen número de gags divertidísimos, sobre todo en la primera parte.
Ernesto Caballero se encarga también de dirigir la obra. Su puesta en escena, en la que brilla la dirección de actores, está sustentada en la escenografía de Víctor Longás, que ha recreado la consulta del neurocientífico. Una estructura cuadrada con apariencia futurista, cristalizada y metálica, preside el escenario. Allí, el doctor somete a terapia a la limpiadora ante la presencia de los espectadores (que son invitados especialistas, y a los que el neurocirujano se dirige en varias ocasiones por si quieren preguntar algo). Longás también es el artífice de las videoproyecciones que se proyectan en una pizarra blanca en varios momentos de la función. Paco Ariza, por su parte, firma el diseño de luces, mientras que Ana Tussell es la responsable del vestuario. Por último, el propio Caballero y Pablo Quijano se encargan del diseño de sonido.
Lo mejor: la idea original del texto, los primeros 25-30 minutos y la magnífica actuación de la pareja protagonista.
Lo peor: la segunda parte del texto, que se desinfla considerablemente o al menos no alcanza la brillantez de la primera.
Aldo Ruiz