Por María Belén Gómez
Luis Alberto Spinetta: una vida hermosa. Miguel Grinberg, Buenos Aires, Atlántida, 2015.
Una biografía es la escritura de una vida. A veces, puede gestarse la escritura hermosa de una vida hermosa. Esto sucede en el libro del periodista Miguel Grinberg sobre el músico Luis Alberto Spinetta. Si bien reúne elementos propios del género (el recorrido desde los primeros hasta los últimos años del artista, marcado minuciosamente por fechas relevantes y acompañado de una contextualización socio-histórica), esta obra entraña una biografía singular, cuyas páginas están teñidas de la sensibilidad de dos “modestos poetas sudamericanos”, dos amigos que disfrutaban conversar sobre Artaud, Rimbaud, Cortázar, Van Gogh y haikus.
Grinberg expone la idea central en las primeras líneas: “Luis Alberto Spinetta vivió en sintonía con las esferas donde se incuban los mejores sueños de la humanidad, aunque algunas veces se topaba con algunas de las más traumáticas pesadillas de una cultura en descomposición”. Esto aparecerá a lo largo de todo el libro, incrustado entre historias sobre un niño alucinado por la beatle manía, un adolescente que se enamora por primera vez o recitales amenazados por el “terror azul” de la policía. Se trata de pensar al Flaco como sujeto “iluminado”, como ser diferente, transformador, cuya figura contrasta con el resto en la “sociedad trastornada”. Así, Grinberg teje un escrito reflexivo que permite vislumbrar recovecos del universo spinettiano con poemas, entrevistas e imágenes que se intercalan y retratan el paso por nuestro planeta de un “ser luz” que “era original por naturaleza, por designio de poderes por encima de la mente humana”.

El autor explica que Luis “supo desde el principio que toda la vida tiene música, y afinó sin cesar su sensibilidad en pos del mejor acorde, de la suprema armonía”. Sin embargo, Luis Alberto Spinetta: una vida hermosa no pone tanto el foco en el lenguaje musical, sino que recalca el poder contenido en los versos de la obra del célebre artista. Esos versos se desprenden de lecturas de poetas malditos, locos, vanguardistas. Grinberg y Spinetta compartían la mirada atenta a lo lírico, mirada proveniente de ojos de papel, con pupilas estampadas de letras, pestañas que se extendían como estrofas y lágrimas en forma de melancólicas metáforas.
Experto en el tema, Grinberg nos sumerge en los comienzos del rock argentino y navega por anécdotas en los tiempos de Almendra, de Pescado Rabiosoy de Invisible. Pero, de pronto, asombra con fragmentos de un manifiesto o con una suerte de oración al Flaco. El recuerdo de su amigo, con aires proféticos, enfatiza en el carácter único de su persona, en su peculiaridad perceptible en un disco como Artaud, en “su naturaleza poética, un torbellino que hervía en su alma de manera incesante, sorprendiéndolo personalmente a cada paso, y cautivando a quienes estuvieran con él”. Esta biografía, en definitiva, no solo insiste en la manera en que Luis Alberto Spinetta resplandecía, sino que, asimismo, se esfuerza en captar su luz, en explicarla, en traducirla, en ponerla en palabras bellas y profundas.