Por Carolina Couto
¿Para qué sirve leer novelas? Narrativas del presente y capitalismo. Alejandra Laera, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2024.
Muy atinado y actual, este libro de Alejandra Laera nos hace reflexionar acerca del rol que juega la novela en nuestra cotidianeidad y su relación con el capitalismo. Pero no solo la novela, sino la literatura en general nos interpelan luego de que, como dice la autora, cerramos el libro.
Laera trabaja con un corpus de novelas argentinas contemporáneas, más exactamente posteriores al año 2000. Cada una de ellas tiene como ejes temáticos el dinero, el trabajo y el tiempo. Si bien todas son ficciones, no dejan de tener un correlato realista con la existencia de cada protagonista o narrador. Desde contar el día a día en un diario íntimo a relatar las adversidades de quienes trabajan en una fábrica y que no son dueños de nada, ni siquiera de su propio cuerpo.

Todo está en este libro: un tiempo lineal, atemporal, anacrónico y fugaz que transcurre mezclándose con la falta de dinero, su derroche o la utopía de encontrar un paraíso en la tierra en donde poder aprovechar la naturaleza para producir. Se despliegan aquí todas las contradicciones del sistema capitalista en donde, por un lado, busca obtener el máximo de productividad y por el otro socava su estructura primaria para producir más a costa de la destrucción misma.
Muchas de las historias tomadas por Alejandra Laera en este trabajo son parte del mundo en el que estamos inmersos. Desde la literatura fantástica o realista, vale cualquiera de los géneros, se puede observar cómo cada individuo transita sus realidades de acuerdo a sus posibilidades y su lugar en la sociedad. Este lugar es determinado por su clase social en la que se encuentra fagocitado y que, más de las veces, termina siendo devorado sin poder escapar.
Para un lector promedio, la literatura es una herramienta fundamental que brinda elementos verosímiles para mejorar la realidad que nos toca vivir. Más aún, si se produce ese distanciamiento brechtiano en el cual se diferencia la realidad de la ficción y, tal como proponía el autor, el público se convierte en un observador sin involucrarse emocionalmente con los personajes, pero observando la realidad como histórica y factible de ser transformada. En palabras de Laera: “Sin excesivo optimismo, pero con confianza, estoy convencida de que hay una magia de la literatura que, por medio de la imaginación y en su conexión con el mundo que habitamos al cerrar los libros, nos entrega oportunidades que creíamos perdidas”.