“El teatro es mi salvación”

Por Camila Silva

Con más de 10 años de trayectoria el actor, director, dramaturgo y gestor del Asterión, Jorge Camisay, nos abre las puertas del teatro para contarnos un poco de su camino en el teatro independiente.

¿Qué te llevó a elegir esta profesión? ¿Alguna experiencia o artista te inspiró?

No recuerdo concretamente que alguien o algún momento me haya marcado. Me despertó la curiosidad por el arte en el colegio, a los 14 años. A pesar de ser muy tímido y reservado, las obras de fin de año me llamaban la atención. Yo estaba presente siempre y empecé a expresarme de esa manera. A los 14 o 15 años comencé a estudiar canto y después conocí el mundo del teatro. Una vez que me metí al teatro no paré. Se convirtió en un espacio donde podía jugar libremente, crear, divertirme, sortear miedos y hacer catarsis desde el arte.

¿Y escribir también surgió como una forma de hacer catarsis?

Lo de la escritura vino de manera casi inconsciente. Nació desde la necesidad de querer contar o crear mis propias historias y no esperar a que alguien me convocara. No sé si tengo facilidad, pero cuando me aparece una idea clara necesito plasmarla en papel. No fue una elección consciente, de decir: “quiero escribir, quiero ser dramaturgo”. Recién ahora me empecé a reconocer como escritor o autor, después de tener muchas obras escritas y registradas. Siempre decía era un actor que escribía, dirigía o daba clases, pero me costaba asumir ese rol de dramaturgo porque me sentía un impostor, no me formé desde ese lugar.

Esto además te da versatilidad para estar en distintas partes de un espectáculo: actor, director, dramaturgo… ¿Creés que es importante para el artista tener esa amplitud de roles?

Totalmente. Conocer el teatro desde distintos roles me da una visión más integral. Sé cómo se siente un actor arriba del escenario. Sé lo que implica hacer una obra desde abajo. Sé todo lo que moviliza el hacer una obra también acá, trabajando en el teatro. Una obra no es solamente la parte artística. Para mí no es solamente venir a ensayar o poner una función o escribir. Aunque no es una condición indispensable, conocer diferentes aspectos del teatro se vuelve fundamental. Especialmente en el teatro independiente, donde uno tiene que hacer de todo: gestionar el espacio, tener el vestuario, la convocatoria o asegurarse de que todo esté en condiciones.

Ahora que mencionas las dificultades que trae hacer arte en el circuito independiente ¿Qué es lo que más te motiva a seguir eligiéndolo?

Me gusta la libertad que hay para hacer, crear o contar lo que tengas ganas. Hay muchas temáticas que no se abordan o maneras de contar que en el teatro comercial no se pueden hacer. Y lo que me gusta del teatro independiente es esa posibilidad de lo versátil, lo alternativo, poder fusionar en las obras distintas disciplinas, romper la estructura convencional y explorar. Por ahí hago una obra que es un drama, después una comedia y luego mezclo algo de teatro físico con música o distintos recursos. El teatro independiente me da la libertad de jugar con todo eso.

Al apostar por el teatro independiente y hacer audiciones abiertas, ¿qué es lo más importante para vos?

Busco pasión y compromiso. En las audiciones presto atención a esa chispa, más allá del talento técnico. Quiero ver artistas que deseen estar en el escenario, que no se tomen el trabajo a la ligera o que les dé igual hacer una obra. Va más allá de las condiciones o del “talento” porque eso lo ves en cinco minutos. La elección de un personaje y el trabajo que viene después suele surgir de manera orgánica, como algo mágico. Paso, por ejemplo, con Julián, el actor que está haciendo ahora el personaje de Juan Chico en La crisis del 30 (el mismo personaje que encaro yo), o con las chicas que hacen de Aura: hay un parecido físico importante y son esas cositas mágicas que tiene el teatro, que confío en que se acomodan solas. Yo le presto más atención a la calidad humana del artista o ese fuego interno, después lo demás se va organizando.

Contanos sobre tu obra en cartelera: La crisis del 30.

La obra cuenta la historia de Juan, un joven que inicia su recorrido con inocencia y lleno de ilusiones. A lo largo del tiempo, enfrenta la desilusión y los golpes de la vida que, poco a poco, le hacen perder ese anhelo y confianza. A sus 30 años se encuentra sumido en una crisis existencial que llega a enfrentarlo a sí mismo con sus miedos, con sus inseguridades y hasta con la idea de la muerte. Aunque es una obra de texto, tiene muchos elementos musicales y visuales. No me gusta decir que es una obra de teatro musical porque siento que le falta para eso, pero tiene mucho de música, cuadros cantados y bailados. Igualmente, lo que predomina es la historia de Juan. Somos un elenco numeroso, 17 artistas en escena, pero todos estamos contando esta misma historia. (La obra se presenta los domingos a las 20:00hs en el Teatro Asterión, en Zelaya 3122, y las entradas se pueden adquirir por alternativa teatral).

¿Qué significa para vos? ¿Cómo surgió la idea?

Empecé a escribirla hace tres años. Surge de la necesidad de querer contar algo, que lo mencionaba hace un rato. La idea surgió al reflexionar sobre la crisis que muchos experimentan a esa edad: se espera que uno ya tenga la vida resuelta, algo que contrastaba con la realidad actual y me recordó la crisis económica y social de 1929-1930. Sentí que había un paralelismo entre esa pérdida de confianza social y la desilusión personal que a veces experimentamos. Me parecía que era una temática interesante para abordar y desde ahí surgió esta historia. También está ligado a una frase que un personaje dice en la obra: “¿Cuándo vas a escribir un éxito?”. Eso me pasó concretamente a mí, con un productor. Le había acercado una de mis obras para ver si la podía producir y en una charla me preguntó eso. Me marcó mucho. Primero porque era bastante más chico, estaba rondando los 20 años y venía lleno de ilusión a comerme el mundo. Ese encuentro fue un baldazo de agua fría. Y así, de a poco, se fueron uniendo cabos en contar esta historia sobre la confianza y la esperanza, con la escritura de por medio. En esta nueva temporada apareció también algo de lo que no fui consciente del todo, que tiene que ver con cierto rasgo autista del personaje principal, que me parece interesante abordar también.

¿No fue algo planeado que el personaje principal tenga rasgos autistas?

No fue intencional en un principio. En la temporada anterior estaba más solapado, no era concretamente un personaje dentro del espectro autista. Era un personaje que tenía cierta dificultad para la comunicación, era tartamudo, pero yo no me di cuenta que podía abordar esa temática, profundizar en lo que le estaba pasando y por qué él era tartamudo. Tiene que ver con todo lo que le pasa al personaje a lo largo de la obra, obviamente. En esta temporada surgió la necesidad de profundizar en eso, como justificando por qué aparece su tartamudez, por qué aparecen sus miedos o ciertas cosas impulsivas suyas. Fue interesante ver cómo estos detalles daban nuevas interpretaciones.

¿Qué esperás que se lleve el público de esta obra?

Me gusta que la gente salga movilizada e interpreten la obra de distintas maneras. No quiero dejar todo servido en bandeja porque el espectador es un intérprete también y forma parte activa de la concepción teatral. Así como el actor interpreta lo que el director le está marcando de la interpretación del texto del autor, el espectador también interpreta lo que el actor y el director y el autor traen. Entonces está bueno que quienes la vean salgan movilizados, que tenga interpretaciones distintas y que cada uno forme sus propias conexiones.

Para terminar, ¿qué significa el teatro para vos?

Yo siempre digo que el teatro es mi salvación. Es mi forma de vida. Siento que ese niño lleno de timidez que fui o aún sigo siendo, encontró en el teatro esa salvación y la posibilidad de crear, imaginar y contar historias. Para mí es realmente como una pieza y un pilar fundamental que atraviesa mi vida. Eso es el teatro.

Fotos Fernando de Blas

Fuente

admin@elmaracaibeno.art

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