La noche en el Teatro Baralt se vistió de solemnidad y memoria para rendir tributo a dos figuras que marcaron profundamente la historia de la danza en Maracaibo: Sasha y Nedo Vojkic. Bajo la dirección artística del maestro Alexander Ventura, la ciudad ofrendó un homenaje que conjugó movimiento, música y evocación en un acto de profundo amor y gratitud.
La obra central de la velada, titulada «Adagio» —que en lenguaje musical significa «lentamente»— fue concebida por Ventura como una auténtica oración de amor. Esta pieza inédita, creada especialmente para la Compañía Danza Baralt, contó con la interpretación de destacados bailarines como Beidis Orellana, Lis Bermúdez, José Ramírez y Juan Cazano. A ellos se sumaron, en calidad de invitadas especiales, las bailarinas María Guadalupe Blanco, Cristina González y Valeria Suárez, representantes del prestigioso Ballet Clásico «Grazyna Yeropunov». Juntas, estas almas danzantes tejieron una narrativa etérea que recorrió los senderos de la gratitud y la trascendencia.
La atmósfera se tornó aún más sublime con la música en vivo que acompañó cada paso. Desde las primeras notas de La Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach, interpretadas magistralmente por el pianista Rafael Mezher y la voz lírica de Ángel Chávez, director artístico de la Coral URU, el espacio se transformó en un templo donde el arte y la fe se fundieron en armonía.
El tributo no sólo se limitó a la danza. Un emotivo documental dirigido por Pablo González, Comisionado de la Unesco en Venezuela, ofreció un recorrido visual por la vida y legado de los Vojkic. Asimismo, el video In Memoriam, creado por Karen Andriopoulos, Nathalia Jiménez, Patricia Casas y Alexander Ventura, completó el viaje introspectivo con la participación especial de ex bailarinas del recordado Ballet de Maracaibo, reviviendo así épocas doradas en la historia cultural de la ciudad.
La noche avanzó con la presencia en el escenario de un referente de la intelectualidad zuliana: el maestro Víctor Fuenmayor, Caballero de las Artes y las Letras de Francia. Con la sobriedad que lo caracteriza, ofreció reflexiones sobre el carácter litúrgico universal de la danza como ceremonia de vida y memoria. Sus palabras resonaron en una Gran Sala que respiraba emoción y respeto.
En el cierre del evento, Alexander Ventura subrayó el poder transformador del arte al recordar que «el arte siempre nos hará mejores seres humanos». A su vez, el director Lombardi elogió la calidad de la velada y agradeció la presencia del público, que se convirtió en cómplice silencioso de una noche dedicada al vuelo del espíritu y a la permanencia del recuerdo.
En el Teatro Baralt, bajo el cielo de Maracaibo, se tejió un encuentro de generaciones y sensibilidades que, como los pasos de la danza, quedará suspendido en la memoria colectiva de la ciudad.