El 23 de abril de 1861 falleció en Maracaibo el médico, promotor cultural y hombre público Manuel de Jesús Arocha Fernández, figura clave en el desarrollo urbano, sanitario y educativo de la ciudad durante el siglo XIX. Natural de Cádiz (España) y formado en los hospitales de la Península, Arocha llegó a Venezuela como cirujano del ejército realista, pero tras la Batalla Naval del Lago de Maracaibo en 1823, decidió quedarse, naturalizarse y entregarse a la construcción civil de la joven república.
Hoy, a 164 años de su muerte, se le recuerda como uno de los pioneros de la medicina pública en el Zulia, así como un visionario que soñó y concretó el surgimiento de espacios cívicos y culturales esenciales para la vida urbana: el colegio nacional, la cárcel pública, el cementerio general y el gabinete de lectura, entre muchas otras instituciones.
De Cádiz a Maracaibo: el médico que se convirtió en ciudadano
Nacido en Barrios, Cádiz, el 9 de septiembre de 1799, Manuel Arocha llegó a América en 1817 como cirujano militar, pero el contacto con la realidad americana transformó su destino. Luego de la independencia, se estableció definitivamente en Maracaibo y asumió una postura sanitarista, humanista y profundamente comprometida con el bienestar colectivo.
Desde sus inicios como vacunador público y auxiliar del Hospital Militar, se ganó el respeto de la ciudadanía por su compromiso con la salud de los más pobres. Fue miembro activo de la Junta Superior de Sanidad, participó en investigaciones pioneras sobre el tratamiento de la elefancía con plantas locales, y estuvo vinculado a la atención de enfermedades contagiosas en hospitales como el de Lazarinos.
Un urbanista antes de su tiempo
Además de su labor médica, Arocha fue un adelantado planificador urbano. Fue concejal, síndico procurador, diputado provincial, alcalde parroquial de Santa Bárbara, y ocupó varios cargos de gestión pública, donde promovió proyectos fundamentales para la modernización de Maracaibo.
Diseñó y dirigió la construcción de la cárcel pública de Maracaibo, que introdujo conceptos de salubridad y seguridad antes ausentes. Asimismo, proyectó el cementerio general, alejando los entierros del centro urbano, una medida clave para mejorar la higiene de la ciudad. Como director de la Casa Municipal, aplicó reformas que mejoraron la calidad de vida en áreas como el abastecimiento de agua, el aseo público y la gestión del comercio.
Cultura y educación: su legado más profundo
La huella más perdurable de Arocha está en el campo cultural y educativo. Fue presidente del Gabinete de Lectura, motor de ilustración popular donde se formaron generaciones de jóvenes marabinos. También presidió la sociedad Amigos del País, que logró la fundación del Colegio Nacional de Maracaibo, antecedente directo de la Universidad del Zulia.
Participó activamente en sociedades como Unión, Benefactora, de Artesanos y Eco de la Juventud, todas comprometidas con la educación, la promoción cultural y la formación ciudadana. Su ideal era claro: una república saludable, educada y progresista.
Arocha, patrono civil y médico de la ciudad
Manuel Arocha falleció en 1861, pero dejó una ciudad mejor. Su nombre ha sido asociado al surgimiento de una ciudad moderna, con instituciones funcionales, preocupación por la salud pública y estímulo a la lectura. Fue, como lo ha dicho el historiador Ceferino Alegría, el «patrono civil y médico del Maracaibo republicano», cuya vida es ejemplo de servicio, civismo y transformación.
Fuente: Diccionario General del Zulia, de Jesús Ángel Semprún Parra y Luis Guillermo Hernández.
Archivo consultado: Entrada «AROCHA, Manuel de Jesús».