
Por Lorena Escobar
Loach por Loach. Ken Loach; editado por Graham Fuller, Buenos Aires, El Cuenco de Plata, 2023.
“Se necesita fuerza para construir algo nuevo. Se necesita fuerza para construir algo hermoso.”(The old Oak, 2023)
25 años después de la edición que realizó Graham Fuller y con motivo de su vigésimo aniversario, El Cuenco de Plata edita Loach por Loach, un libro indispensable que agrega a su colección de cine. Es la primera traducción al castellano de un compendio de entrevistas que el editor neoyorquino publicó en 1998, sobre uno de los directores preferidos de Cannes, el comprometido, influyente, respetado y también censurado Ken Loach. Una edición necesaria que permite conocer un poco más la particular visión crítica de un cineasta que rompe con los límites comerciales y políticos del cine para incomodar y cuestionar con su arte. Loach cautiva y da voz a obreros, marginados y a gente que lucha por “mantenerse a flote”. Pero, además, expresa Fuller, se convierte en “la piedra en el zapato para quienes se oponen al cambio político y social”.
Fuller, a lo largo de cinco años, realiza un sistemático recorrido por la obra y vida del director británico a partir de entrevistas. Las realizó con un Loach en proceso de trabajo creativo. Abarca el período que va desde Caídos del cielo hasta My Name Is Joe (entre 1993 y 1997), es decir, antes que The Wind That Shakes The Barleyo I, Daniel Blake obtuvieran la Palma de Oro. Pero su trabajo funciona como eje para pensar la obra de un realizador como pocos que, anticipa el editor, “es la voz más importante —y con esto quiero decir la más urgente— de la TV y el cine británico”.
En sus tiempos de estudiante, Kenneth Loach, se destacó por “mirar las cosas desde otro punto de vista”. Son escasos los films del cine británico que se animaron a develar qué hay detrás del poder. En los seis capítulos que recorren los más de treinta años de producción del cineasta, Fuller, magistralmente, acerca al lector la mirada crítica del director que siempre es política. El periodista no duda en afirmar que Loach “es verdaderamente el único cineasta contemporáneo de renombre mundial que abarca el cine, la TV, la ficción y el documental y que, en cada oportunidad, da prioridad a la polémica frente a las necesidades comerciales”. Las entrevistas indagan sobre esa polémica y su decisión ética de retratar la vida como es, incluso en la ficción.
Sobre el documental En blanco y negro que realizó por encargo de Save the Children Fund (STC), el director responde que a pesar de estar acostumbrado a dar batallas en la BBC, fue la primera vez que sufrió censura: “este fue el primer ejemplo de represión despiadada al que nos enfrentamos”. Viajó a África y descubrió que el proyecto respondía a los intereses de empresarios neocolonialistas a los que “les importaba crear una clase media que favoreciera a occidente”. Denuncia que los huérfanos o niños de zonas marginales recibían “una educación occidental, usaban ropa de occidente, se levantaban todas las mañanas y hacían el saludo a la bandera británica”. Los intereses de la fundación son confirmados por un maestro al que Loach entrevista y agrega: “Incluimos todo esto en el film y cuando regresamos se lo mostramos con inocencia a la STC. Inmediatamente intentaron sacarnos la película; la habrían destruido de ser posible”.
“Primeros disparos” y “Obras de esperanza” son capítulos que recorren los años iniciales y los primeros trabajos del cineasta como director en el teatro y la televisión de la BBC. Comienzos que sirvieron de laboratorio para “descubrir su mirada (como metteur en scène de un naturalismo riguroso) y su voz (como humanista-socialista)”. Loach experimenta con diversos géneros, como el drama doméstico y el policial, pero es en su trabajo con los actores donde configura su distintiva manera de dirigir basada en la generosidad. Esta aproximación, influenciada por el guionista y actor Troy Martin, se evidencia en la manera de trabajar el guion. Se advierten, además, influencias de Godard en su retrato de la vida de la clase trabajadora, de Marx en su exploración de la traición de clase y del neorrealismo en la elección de temas sociales, actores y en su particular forma de dirección con el fuera de cámara. Esta última, hace que el cineasta construya un contexto desde una certeza y humildad, donde su tarea se define por el rol de servicio: «dirigir para los actores», afirma.
Loach por Loach revela la idea del director de que “se puede seguir dando la lucha siempre y cuando la discusión siga viva y la gente esté dispuesta a escuchar”. Veinticinco años después, esta premisa sigue vigente permitiendo pensar el presente. “¿Piensa que seguirá hasta caer?”, pregunta Fuller. “Bueno, sin lugar a dudas así se siente”, responde Loach, sosteniendo la lucha política cómo rasgo que perdura y es esencia del cine del que forma parte.