Un poema de Eduardo Mitre

La revista Letras Libres publicó, en su número de septiembre, este poema (en sintonía con los tiempos que corren) del escritor boliviano Eduardo Mitre:

Viracrucis

Nunca nos imaginamos
una Cuaresma de Pascua
reducida a cuarentena
que se alarga y alarga.

Escribo con las dos manos
sedientas de contacto,
esperanzadas de estrechar
algún día tus manos.

Miro hacia el parque:
Los columpios vacíos,
huérfanos de niños,
mañanas y tardes.

Me asomo a la verja:
Amapolas y tulipanes.
Me contengo
temeroso de contagiarles.

Tendido en la acera, raída
su chaqueta de cuero,
de bruces, como tosiendo…
Cierro la cortina.

Nada en la casilla de correo.
En el pasillo: la nueva vecina.
Embozados, nos miramos
sin cruzar palabra ni gesto.

Leo la prensa en pantalla,
doy la vuelta al mundo
en una sucesión de ambulancias
y ataúdes.

Viernes Santo. Sábado Santo.
Domingo de Resurrección
y continúa el calvario.

Miedo a que el desconocido
nos gane con tanto cerco,
y nos imponga el hábito
del recelo y el aislamiento.

No, no se muestra
pero está aquí, a un paso,
a un roce, a un suspiro,
sin más cara que las nuestras.

Y ahora dónde andará ella.
(¡Hace no tanto tiempo!)
Donde quiera que sea,
que no salga, Dios mío,
que se quede en casa,
en cama –el amor era el vestido
que mejor le quedaba.

Da mi reloj mediodía:
Hora de la clase telemática.
Nos toca sor Juana Inés,
platicamos sobre su vida
de monja en clausura,
de su pasión por las ciencias,
los astros y la escritura,
y de su agónica muerte
en la feroz epidemia
que azotó su convento.
Leemos
sus cartas, las redondillas,
sus sonetos y romances
de amor sin sosiego,
y las últimas líneas
de Primero sueño
con el mundo iluminado
y ella despierta.

Termina la clase. Una tras otra
nuestras imágenes se borran.

El breve esplendor del ocaso,
abro la ventana: entra
una bandada de aplausos
y, súbitamente emocionado,
hacia afuera grito:
¡Ánimo,
todos a una! Y científicos:
¡A inventar la vacuna!

Ya mediados de mayo,
la esperanza flaquea,
y él sigue su marcha
sin nada que lo detenga.

Alzo la vista al cielo:
Millares de estrellas,
siento que nos observan
como por un microscopio.

Pero no… Estamos solos,
en la Tierra indefensa, ultrajada,
con ciudades donde propagan
la viruela del desempleo.

Me protejo, me parapeto
con libros y música:
Pessoa, Walt Whitman,
las sonatas de Mozart…

Y propenso a los motivos
de cotidiano asombro,
imagino hombres y mujeres
caminando por las calles,
de la mano, abrazándose,
y sobre parques colmados
el júbilo de los columpios
rizando el aire.
Anochece,
caigo dormido. De pronto,
estoy en Manhattan, huyendo,
descalzo, por avenidas sin nadie,
repletas de barbijos y barro.

La luz toca mis párpados,
me desclava de la pesadilla,
y piso el mundo frágil,
volátil como los sueños.

Fuente

admin@elmaracaibeno.art

El Maracaibeño es un periódico literario y cultural fundado por Luis Perozo Cervantes, cuyo primer y único número impreso fue lanzado el 8 de septiembre de 2014, bajo el lema “El nuevo gentilicio cultural”. Su creación surgió como respuesta a la necesidad de un espacio dedicado a la promoción y difusión de la cultura en Maracaibo.

El 1 de octubre de 2017, El Maracaibeño dio un paso importante al transformarse en un diario digital, convirtiéndose en el primer periódico de la ciudad enfocado exclusivamente en la cultura. Con su nueva versión digital, adoptó el lema “Periódico Cultural de Maracaibo”, extendiendo su alcance a todo el país.

Este periódico es una propuesta respaldada por la Asociación Civil Movimiento Poético de Maracaibo, que busca fomentar un periodismo cultural que contribuya a la construcción de una nueva ciudadanía cultural en la región. El Maracaibeño se posiciona como un vehículo para llevar las noticias más relevantes de la cultura, desde críticas de arte hasta crónicas y ensayos, cubriendo así una amplia gama de expresiones artísticas.

El Maracaibeño no solo es un medio informativo, sino un símbolo de la riqueza cultural de Maracaibo, llevando a sus lectores las noticias más importantes del ámbito cultural, tanto local como internacional.

A través de los espejismos de The Zone of Interest

Crítica de «7» de Nelly Furtado

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