
CALIFICACIÓN.- 6
Tras su estreno en el pasado Festival d’Avignon de la mano del Centro Dramático Nacional, Chela De Ferrari se enfrenta a ‘La gaviota’ –de Chéjov-con un elenco formado, casi en su totalidad, por actores ciegos o con baja visión. Esta adaptación, que se representa en el Teatro Valle Inclán hasta el 10 de noviembre y es obra de la propia De Ferrari, tiene el objetivo de acercar al espectador a la compleja realidad que viven las personas con discapacidad visual a través del tejido que se produce entre las historias de sus personajes y las propias. La directora peruana confiesa que aborda «un texto icónico de gran valor, en manos de un elenco que forma parte de un colectivo de personas a las que no solemos dar valor».
Aparte de la la puesta en escena, De Ferrari se encarga también de la adaptación. En ella, Konstantin, hijo de la gran actriz Arkadina, está enamorado de Nina, una aspirante a actriz que, a su vez, se enamora de Boris, renombrado escritor y pareja de Arkadina. Son parte de un grupo que veranea al pie de un lago y que está dispuesto a todo para matar el aburrimiento que los reúne: escribir una obra apocalíptica, matar a una gaviota, jugar al bingo, bailar a ciegas, incluso divertirse en un karaoke con canciones que van desde Camilo Sexto a Freddy Mercury. De Ferrari firma una personalísima versión de este drama mítico de Chéjov que bordea la comedia y ella la potencia aún más.
Es el primer montaje que vemos de la directora peruana y, aunque queda demostrado que es una maestra de este arte, en esta adaptación de ‘La Gaviota’ pensamos que se ha pasado de rosca utilizando el lema de más es más en una obra que peca de excesos.Y, precisamente, lo que mejor funciona en este montaje es la desnudez y la sencillez del último acto. Ahí, De Ferrari impregna de verdad la sala pequeña del Valle Inclán. El resto del montaje hasta llegar hasta ahí es una sucesión de excesos innecesarios que no aportan nada relevante.
Arranca la función con los actores mezclados entre el público en el patio de butacas y, poco a poco, van saliendo a escena. Ya de inicio, resulta muy incómodo en esta sala usar este recurso porque hay que girar la cabeza de un lado a otro continuamente y la mayoría de las veces ni llegas a ver a los actores. Por otro lado, la directora peruana introduce la figura de una divertida regidora (muy graciosa Macarena Sanz), que lo único que hace es enredar más el montaje desviándose del objetivo final.Al verla, me parecía estar en una película de Almodóvar que suele introducir tramas secundarias paralelas para oxigenar el drama de la historia principal, pero que también la desvían. Para nosotros, este recurso de la regidora también es innecesario. El montaje se alarga hasta las dos horas, que se podrían haber reducido considerablemente en beneficio del resultado final.
Es de alabar que, a estas alturas, se quieran hacer nuevas aproximaciones a la obra de Chéjov pero la utilización de algunos recursos manidos o mal usados lo único que hacen es provocar cierto letargo. Por ejemplo, cuando todos están en la fiesta y se ponen a cantar en el karaoke resulta excesivo, también se alarga demasiado toda esa escena. Hay tantos artificios y efectismos que la propia directora y adaptadora nos aleja de la esencia de la obra, y de lo que realmente están sintiendo los personajes por dentro, que al fin y al cabo es lo importante.
A nuestro juicio y, como señalábamos anteriormente, precisamente lo más bonito de esta obra es cuando De Ferrari apuesta por la sencillez y la verdad. Nos parece preciosa una escena de la primera parte cuando todos los actores están de espaldas al público, mirando a un lago, y cada uno va descubriendo a los otros su grado de ceguera de una manera hermosa. También nos encanta el último acto, de principio a fin. Ahí no hay artificios ni excesos, sino todo lo contrario. Todos los actores, despojados de sus trajes del comienzo y vestidos con ropa de calle calle, están sentados en un círculo. El personaje de Konstantín (magnífico Eduart Mediterrani) va narrando lo que ocurre en este acto. En el momento de intervenir, cada uno de los actores se levanta de su silla y recita sus diálogos. En este último acto, sí conectamos con la historia, con la forma de estar contada, incluso con los detalles graciosos de la adaptación cuando todos están jugando al bingo. Es, en este último acto, cuando todos los intérpretes logran brillar realmente, sin trampa ni cartón, despojándose de todos los artificios que los han lastrado en las dos primeras partes.
Como hemos dicho al principio, casi todos los actores son ciegos o con muy poca visión. Entre todos ellos, nos gusta especialmente Patty Bonet, estupenda dando vida a Mascha derrochando humor, sarcasmo e irreverencia, pero también sobresale en el registro dramático en ese último acto. Fantástico también Eduart Mediterrani, que lleva el peso toda la obra en la piel del atormentado Konstantín, que sufre de amor por Nina. Este último papel está brillantemente interpretado por Belén González del Amo, que va de menos a más demostrando aplomo en la recta final. Lola Robles está magnífica dando vida a la elegante Arkadina,suyos son alguno de los mejores momentos interpretativos.
Completan el reparto: Paloma de Mingo (Polina), Miguel Escabias (Eugenio), Emilio Gálvez (Elías), Antonio Lancis (Peter) yDomingo López (Semión). Destacar también al músico Nacho Bilbao, presente en el escenario durante toda la función, y gran el trabajo de Agus Ruiz y Macarena Sanz, los únicos actores videntes de la función que interpretan -respectivamente- a Boris (pareja de Arkadina) y Alicia, la regidora.
Por último, queremos realzar en este montaje al excelente grupo de profesionales de los que se ha rodeado Chela De Ferrari para su puesta en escena comenzando por Alessio Meloni,responsable de la escenografía -con sorpresa inicial incluida-, David Picazo (diseño de luces), Ana Tusell(vestuario), Nacho Bilbao (espacio sonoro y música), Kike Calvo (sonido), Emilo Valenzuela (Vídeo), Amaya Galeote (Coreografía) y Lola Robles (asesoría en accesibilidad).
Lo peor: todos los artificios que usa Chela De Ferrari en las dos primeras partes del montaje que lo lastran, lo ralentizan y no aportan nada.
Aldo Ruiz