
CALIFICACIÓN.- NOTABLE: 7
‘El alcalde de Zalamea’, de Calderón de la Barca, es una de las obras cumbres del teatro español y ahora llega a los Teatros del Canal en una nueva versión que lleva la firma y la dirección de José Luis Alonso de Santos, que nos brinda un buen montaje pero sin arriesgar en absoluto.Es su primer trabajo desde que desempeña el cargo de uno de los cuatro directores residentes de este teatro.Tras su estreno el pasado mes de junio en Clásicos en Alcalá, el montaje se representa en la Sala Verde hasta el 13 de octubre.
El argumento de la obra es de sobra conocido. Todo comienza cuando las tropas españolas llegan al pueblo extremeño de Zalamea de la Serena camino de Portugal, en el siglo XVI. El capitán Don Álvaro, es alojado en la casa del labrador rico de la localidad, Pedro Crespo, a cuya hermosa hija Isabel secuestra y viola.Cuando Pedro Crespo intenta remediar la situación, ofrece bienes a Don Álvaro para que se case con Isabel, a la que rechaza por ser de clase inferior. Crespo es elegido alcalde, encarcela al capitán y lo ejecuta, lo que despierta un gran enfrentamiento con el representante del poder militar, Lope de Figueroa.La llegada del rey Felipe II a la localidad resuelve la situación y ratifica la decisión de Crespo nombrándolo alcalde perpetuo de Zalamea.
Una de las grandes virtudes del texto es que nos habla de muchas más cosas que las que cuenta su argumento, como le sucede a todas las grandes obras. Además de la tensión política que se respira entre líneas y de la perfecta construcción formal de sus personajes, uno de sus mayores valores radica en que otorga al espectador el papel de jurado ante las diferentes formas de conducta que se establecen dentro de una sociedad. En ‘El alcalde de Zalamea’ es, precisamente, un caso de honra lo que va a desencadenar una cadena de conflictos y enfrentamientos: entre la sociedad civil y militar, monarquía y feudalismo, individuo y poder, justicia y dignidad, etc…
Desgraciadamente, la violación que se produce en ‘El alcalde de Zalamea’ y da pie a toda la fábula dramática sigue pasando hoy en día y las preguntas siguen en el aire: ¿Cómo es posible que esto siga sucediendo? ¿Qué componente inhumano se esconde en el interior de algunos seres? ¿Qué hacer para cortar la cadena de injusticia, crueldad y abuso de poder que surge a veces entre nosotros y que da al traste con la dignidad humana?
Todo eso que se preguntaba Calderón en el siglo XVII al escribir esta obra, nos lo seguimos preguntando nosotros en 2024.De ahí, la vigencia de ‘El alcalde de Zalamea’ y la importancia de que, a día de hoy, se siga representando. Fue muy gratificante que, el día que asistimos nosotros (miércoles 25 de septiembre), un porcentaje alto de los espectadores eran jóvenes que, quizás, veían la obra representada por primera vez.
Tras haber visto muchos montajes de ‘El alcalde de Zalamea’ a lo largo de la vida es difícil que alguno ya nos pueda sorprender. Todavía recordamos el dirigido por Helena Pimenta en el Teatro de la Comedia en 2015, protagonizado por un grandioso Carmelo Gómez -en la piel de Pedro Crespo– y Joaquín Notario dando vida a Lope de Figueroa. Aquel espectáculo era, sin duda, extraordinario. Este que nos ocupa ahora es un buen montaje, pero no alcanza el nivel de aquel.
Alonso de Santos, adaptador también del texto, realiza una puesta en escena sobria y sencilla, exenta de cualquier riesgo, en la que destaca la escenografía de Ricardo S. Cuerda, uno de los grandes escenógrafos de este país que, para esta ocasión, ha diseñado con acierto dos ambientes. Por un lado, el bosque donde se instalan la mayor parte de las tropas. Y, por otro, la casa de Pedro Crespo. Me sorprendió gratamente la primera vez que el bosque se transforma en pocos segundos en la casa del Alcalde. Del diseño e luces se ocupa Felipe Ramos mientras que Elda Noriega es la responsable del vestuario. Por su parte, Alberto Torres y Alberto Vela son los artífices de la música original, muy presente en el arranque de la obra, y del espacio sonoro.
Lo mejor de este ‘Alcalde de Zalamea’ de Alonso de Santos es el delicioso duelo interpretativo que nos brindan Arturo Querejeta y Daniel Albaladejo dando vida a Pedro Crespo y Lope de Figueroa respectivamente. Querejeta está soberbio de principio a fin, siendo uno de los mejores actores que recita el verso en este país. Pero es, al aparecer el Lope de Figueroa de Daniel Albaladejo en escena, cuando su actuación alcanza sus máximas cotas. Ambos bordan sus personajes con un dominio extraordinario del escenario y del lenguaje de Calderón, convirtiendo sus ‘cara a cara’ en oro puro. Lo mejor, sin duda, de este montaje.
En un reparto coral formado por grandes actores destacan también: Javier Lara (fantástico como don Álvaro); estupenda Adriana Ubaniinterpretando a Isabel, la hija de Pedro Crespo que es violada; Jorge Basanta, graciosísimo interpretando a Rebolledo, provocando risas y carcajadas en cada una de sus apariciones, al igual que su novia en la ficción Isabel Rodes (la Chispa). Impecable también Fran Cantos, en la piel del sargento, el que incita a don Álvaro a conquistar a Isabel.
Completan el reparto: Andrés Picazo (Juan), Pablo Gallego Boutou (Rey / Soldado / Campesino), Jorge Mayor (Escribano / Soldado) Carmela Lloret (Inés, prima de Isabel), José Fernández (Soldado / miembro del Concejo / Guardia Real), Guillermo Calero (Soldado / Campesino), Daniel Saiz (Soldado / Campesino / Guardia Real) y Alberto Conde (Soldado / Campesino)
Lo mejor: el maravilloso duelo interpretativo entre Arturo Querejeta y Daniel Albaladejo.
Lo menos bueno:es un buen montaje de teatro clásico pero no arriesga en ningún momento y la puesta en escena es excesivamente sobria.
Aldo Ruiz