Desde siempre, me ha inquietado descubrir que hay más allá de lo que todos dicen, he indagado, leído, investigado y analizado hasta obtener nuevas respuestas, pero -a veces- quisiera no saber tanto.
Durante esta última semana, me he mantenido distante de las redes sociales, tratando de conservar la cordura en medio de este torbellino de incertidumbres.
Planes hechos por meses se cayeron en cuestión de días, viajes cancelados, celebraciones pospuestas y el mundo como lo conocíamos a punto de cambiar para siempre: así ha sido este lapso reciente de tiempo, en el que he hecho todo menos dormir.
Decía que a veces no quisiera saber tanto porque, cómo humanos, no estamos diseñados para tomarnos la verdad de un sólo trago. Y este trago es particularmente fuerte. Nunca, en la historia reciente, se había vivido una situación similar, y las medidas que cada país toma son un sinónimo de su seriedad y de lo lejos que estamos aún de entenderlo.
Si bien ni tú ni yo podemos hacer algo significativo al respecto, lo mejor que podemos hacer, en nuestro pequeño mundo, es cuidarnos los unos a los otros. Tomar decisiones prudentes y esperar los momentos adecuados, suena simple pero es vital.
No hace falta saber tanto ni saberlo todo, créanme. Justo antes de estar listos para la verdad absoluta, lo más probable es que ya ni estemos aquí.
Por eso, aprovechemos la vida, tal y como viene. Cuidemos esa porción del universo que es nuestra. Cuidémonos.
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