El pasado lunes 8 de septiembre de 2025, la Sala Baja del Teatro Baralt se convirtió en un espacio solemne para celebrar el acto de instalación del 11º Festival de Poesía de Maracaibo, un encuentro que este año adoptó como lema “Más allá que nunca diciendo la memoria”. Con la presencia de 80 asistentes, entre ellos escritores, académicos, autoridades y público en general, la ciudad abrió las puertas a una semana dedicada por completo a la palabra poética, confirmando el lugar de este evento como una de las citas literarias más importantes del país.
La ceremonia estuvo marcada por la emotividad y el simbolismo. El poeta y editor Luis Perozo Cervantes, presidente del Movimiento Poético de Maracaibo, ofreció las palabras de bienvenida en las que reconoció el esfuerzo colectivo que ha permitido la consolidación del festival a lo largo de once ediciones. Su discurso no solo fue un agradecimiento, sino también un llamado a la ciudadanía para que se sumara de manera activa a las actividades que compondrían esta semana de poesía, reforzando así la idea de que la cultura es un compromiso compartido.
Entre las autoridades presentes destacaron Ramón Felipe Colina, nuevo director de Cultura de la Alcaldía de Maracaibo, y Jesús Lombardi, director del Teatro Baralt de Maracaibo. Su participación reafirmó la importancia institucional de este festival, que desde sus inicios se ha constituido en un puente entre la poesía, la memoria y la identidad cultural de la región. La presencia de las autoridades subrayó la voluntad de apoyar iniciativas que fortalecen el patrimonio literario y artístico del Zulia, en un momento histórico en el que la cultura se erige como un espacio de resistencia y encuentro ciudadano.
El acto alcanzó su punto culminante con el discurso de instalación a cargo del poeta homenajeado José Ángel Fernández Wuliana, destacado autor wayuu cuya obra ha dado un lugar de reconocimiento internacional a la poesía indígena contemporánea. Con raíces en la Laguna de Pájaros, Fernández Wuliana ha defendido en su trayectoria la oralidad ancestral, la cosmovisión de su pueblo y la importancia de preservar la memoria cultural como un patrimonio colectivo. Su intervención fue más que un discurso: constituyó un acto de justicia poética hacia las voces originarias que han nutrido la identidad venezolana, y un homenaje a la poesía como forma de resistencia cultural.
La puesta en escena del acto estuvo acompañada de un detalle estético que no pasó desapercibido: la decoración del espacio, realizada por la agencia DUBAL y Heli Saúl Guerra – Arte Decoración. La intervención artística otorgó al lugar un ambiente solemne y acogedor, reforzando la unión entre tradición y modernidad que caracteriza al festival. La combinación de los elementos ornamentales con la sobriedad arquitectónica de la Sala Baja del Teatro Baralt creó un escenario digno para abrir con grandeza esta celebración de la palabra.
Lejos de ser un simple protocolo inaugural, la instalación del festival se convirtió en un momento de confluencia entre tradición, institucionalidad y creación poética. Con este evento, Maracaibo abrió las puertas a siete días de intensas actividades que incluyeron lecturas, presentaciones de libros, talleres, homenajes y encuentros virtuales con escritores de diversos países. Cada jornada buscó tender puentes entre la memoria y la innovación, entre lo local y lo universal, reforzando el carácter plural de un festival que ha sabido consolidarse como un faro cultural en el continente.
El 11º Festival de Poesía de Maracaibo, al reunir voces diversas en torno a la poesía, demostró nuevamente que la palabra tiene el poder de trascender fronteras y de fortalecer los lazos de identidad. En este inicio solemne, la ciudad se reafirmó como capital poética de Venezuela y como escenario donde la memoria y la tradición se renuevan constantemente en el diálogo con el presente.