El tiempo no ha borrado la huella que dejó en la historia zuliana y continental Rafael Ángel Petit Navarro, aquel joven maracaibero que, con la bandera tricolor en alto y el espíritu indomable de los exploradores, se lanzó a una de las travesías más asombrosas de nuestro siglo XX. Hoy, 8 de mayo de 2025, se cumplen 110 años de su nacimiento en la parroquia Chiquinquirá de Maracaibo, fecha que nos invita a evocar su ejemplo de valentía, perseverancia y amor por Venezuela.
Desde su juventud, Petit se destacó como deportista nato y miembro fervoroso del movimiento scout. Junto a sus compañeros zulianos Ángel Custodio González, José Jesús López y Luis G. Leal, realizó en 1933 la caminata Encontrados-Caracas, un primer aviso de la pasión que lo impulsaba a desafiar los límites físicos y geográficos. Su espíritu competitivo también se hizo notar en los primeros Juegos Olímpicos Nacionales celebrados en Caracas en 1934, donde ganó la carrera de 800 metros y obtuvo el segundo lugar en los 1.500 metros.
Sin embargo, la mayor de sus gestas comenzaría en enero de 1935, cuando junto a Juan Carmona, emprendió el legendario Raid Pedestre Caracas-Washington. Apenas con cinco bolívares en el bolsillo, iniciaron desde la Plaza Bolívar de Caracas una odisea que los llevaría a cruzar 10 países y recorrer más de 18.000 kilómetros a pie. Esta epopeya no solo fue un reto físico extraordinario, sino también un viaje de hermandad continental, en el que difundieron el escultismo y el nombre del Zulia y Venezuela por todo el continente.
Después de más de dos años de recorrido, el 16 de junio de 1937, Petit y Carmona alcanzaron su meta en las escalinatas del Capitolio en Washington, donde entregaron orgullosos el pabellón nacional al embajador de Venezuela. La hazaña fue recibida en el país como un acto de heroísmo. En Maracaibo, más de 10 mil personas se volcaron a las calles para recibir a los caminantes. Desde La Ciega hasta la Basílica de Chiquinquirá, fueron cargados en hombros por un pueblo que reconocía en ellos no solo a los héroes deportivos, sino a símbolos vivientes de la voluntad zuliana.
Más allá del eco de la aventura, Rafael Petit se dedicó a formar a otros desde la educación y el deporte. Integró las nóminas de la Creole Petroleum Corporation, fue instructor deportivo en Lagunillas, director general de deportes en Maturín, y educador en Valencia y Caracas, donde sus enseñanzas tocaron la vida de innumerables jóvenes. En cada uno de estos roles, su mensaje seguía siendo el mismo: el esfuerzo y la constancia son las verdaderas llaves del éxito.
La vida de Petit culminó el 11 de junio de 1966 en Puerto Ordaz, tras ofrecer una conferencia sobre su célebre travesía. Falleció de un paro cardíaco, pero su legado permanece imborrable. Sus restos descansan en el Cementerio General del Sur en Caracas, como eterno testimonio de un venezolano que se atrevió a soñar y a convertir sus sueños en realidad.
A 110 años de su nacimiento, el Zulia y Venezuela recuerdan a Rafael Ángel Petit no solo como un deportista intrépido, sino como el primer recordman internacional del deporte venezolano y, sobre todo, como un símbolo del escultismo que trascendió fronteras. Su vida continúa inspirando a nuevas generaciones que, como él, creen en el poder de la juventud, el deporte y la hermandad entre los pueblos.