Cada 8 de mayo, la historia cultural del Zulia nos llama a recordar a uno de sus más sagaces y combativos intelectuales: Gabriel Ángel Bracho Montiel, mejor conocido en las letras como Dominguito. Este 2025 se cumplen 122 años del nacimiento de este ilustre maracaibero, quien supo entrelazar el humor, la narrativa y el compromiso político en una trayectoria que trasciende épocas y fronteras.
Nacido en Maracaibo en 1903, Bracho Montiel se formó académicamente en la Universidad Central de Venezuela, donde obtuvo el título de doctor en cirugía dental, profesión que, aunque ejerció, quedó subordinada a su verdadera pasión: las letras y la comunicación social. Desde joven mostró un espíritu rebelde y apasionado que lo llevaría a formar parte activa de la Generación del 28, movimiento clave en la lucha contra las dictaduras que asolaban a Venezuela.
Su pluma crítica comenzó a brillar en publicaciones como El Nivel, del cual fue coeditor en 1928, seguido de sus colaboraciones como redactor en El País (1929) y El Norte (1930). Estas labores periodísticas lo posicionaron rápidamente como una voz influyente, pero también le valieron persecuciones políticas. La represión no tardó en llegar: Bracho Montiel fue encarcelado en el temido Castillo de San Carlos, símbolo del autoritarismo de la época, y posteriormente se vio obligado a exiliarse.
Desde el destierro, su verbo no se apagó. En Chile y Cuba, donde se refugió durante sus años de persecución, fundó y colaboró en importantes semanarios de humor político como Pa’lante y pa’lante, espacios desde donde utilizó el ingenio como herramienta de resistencia. De regreso a Venezuela tras el exilio, continuó esa línea editorial con la creación de los semanarios Cascabel y Dominguito, consolidando su perfil como uno de los más mordaces críticos del poder desde el humor.
En el plano literario, su obra refleja tanto la riqueza cultural zuliana como las tensiones sociales del país petrolero que emergía en el siglo XX. Su novela Guachimanes, escrita en Santiago de Chile en 1954, constituye un esfuerzo notable por retratar la vida de quienes custodiaban las instalaciones petroleras, introduciendo la cotidianidad de la industria en la narrativa nacional. Esta novela ha sido reconocida como uno de los primeros intentos serios por hacer de la vida petrolera un tema central en la literatura venezolana.
Paralelamente, su vena humorística encontró cauce en la inolvidable sección Mentiras de Dominguito, publicada en el semanario El morrocoy azul, donde conjugó ironía y observación social. En estas crónicas, Dominguito abordaba con agudeza la idiosincrasia del zuliano y del venezolano en general, revelando una capacidad para ver más allá de las apariencias sin caer en la burla hiriente.
Gabriel Bracho Montiel se mantuvo siempre vinculado a las luchas sociales. Fue fundador del Bloque Nacional Democrático (BND) y miembro activo del Partido Comunista de Venezuela, convicciones que marcaron su vida y obra. Su quehacer se enmarcó en un tiempo en el que el humor no era un mero entretenimiento, sino un poderoso instrumento de denuncia.
Su paso por este mundo concluyó en Caracas el 1 de julio de 1974, pero su legado perdura. Las nuevas generaciones de escritores y humoristas venezolanos aún encuentran inspiración en su irreverencia inteligente y en su defensa inclaudicable de la libertad.
Hoy, cuando se cumplen 122 años de su natalicio, Gabriel Bracho Montiel, «Dominguito», es recordado como un pilar fundamental del humor político venezolano y como un referente de la intelectualidad zuliana que supo elevar el humor a las más altas cumbres de la cultura. Su voz sigue viva en cada línea que arranca sonrisas y en cada reflexión que invita a pensar en el país con espíritu crítico y optimista.