En la historia intelectual del Zulia, pocos nombres despiertan tanto respeto y gratitud como el de Carlos Sánchez Díaz, un canario de nacimiento y zuliano por adopción que dedicó casi medio siglo de su vida a la enseñanza, la investigación y el cultivo de la palabra en Maracaibo. Este 6 de mayo de 2025, al cumplirse 98 años de su nacimiento, su legado académico sigue iluminando los claustros universitarios donde forjó generaciones de pensadores y escritores.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria (España) en 1927, Carlos Sánchez Díaz creció rodeado de la riqueza cultural del ámbito hispánico. En su juventud abrazó con pasión los estudios de humanidades, obteniendo la licenciatura en filosofía y letras, sección filología románica en 1955, título que evidenciaba su inclinación hacia la investigación del lenguaje, la literatura y las raíces clásicas de la cultura occidental.
En 1956, cruzó el Atlántico para establecerse en Maracaibo, ciudad que se convirtió en su segunda patria. Allí desplegó una fecunda trayectoria como profesor titular de la Universidad del Zulia (LUZ), institución que sería el eje de su vida académica hasta su fallecimiento en 2004. En sus aulas impartió cátedras esenciales como castellano, lengua griega, lengua latina, historia de la cultura hispánica, filología I y III, y morfosintaxis del castellano. Además, fue formador de formadores, al dictar cursos de lingüística castellana para egresados de las escuelas de Letras, Filosofía y Educación.
Más allá de sus labores docentes, Sánchez Díaz desempeñó funciones clave en la estructura académica de LUZ. Fue director de la Escuela de Letras, jefe del Departamento de Filología y Lenguas Clásicas, miembro del CONDES, del Consejo Técnico del Centro de Estudios Literarios y presidente de la seccional de Humanidades de la Asociación de Profesores de la Universidad del Zulia (APUZ). Desde estos espacios, impulsó políticas académicas y defendió con ahínco la necesidad de mantener vigente el estudio de las humanidades como pilar de la formación universitaria.
Su pasión por la investigación se reflejó en sus numerosas publicaciones. Fue codirector del Boletín de la Biblioteca General, secretario de la revista Recensiones y coordinador del Anuario de Filología, plataformas desde las cuales difundió estudios que abarcaron desde la lingüística hasta la historia cultural. En sus escritos profundizó en temas como Andrés Roderick, impresor de los primeros periódicos marabinos, los incunables periodísticos de la provincia de Maracaibo (1821-1830), así como en análisis literarios de obras fundamentales como Yerma de Federico García Lorca y estudios sobre la obra de Andrés Bello.
Entre sus obras más citadas se encuentran La escritura críptica de don Juan Manuel, reflejo de su rigor filológico, y las compilaciones junto al insigne investigador Agustín Millares Carlo, con quien publicó títulos esenciales como Materiales para la historia de la imprenta y el periodismo en el estado Zulia y Documentación realista sobre la batalla naval del Lago de Maracaibo. Con Millares Carlo mantuvo una estrecha relación de colaboración que fortaleció la investigación humanística en LUZ.
Carlos Sánchez Díaz fue además un activo participante en la vida cultural zuliana. Condecorado con la Orden al mérito universitario Jesús Enrique Lossada, su carrera fue reconocida tanto por sus pares como por sus discípulos, quienes vieron en él a un maestro generoso y un académico de espíritu inquieto y comprometido.
Falleció en Maracaibo el 15 de febrero de 2004, pero su nombre continúa resonando en los pasillos de la Universidad del Zulia, en las bibliotecas que resguardan sus investigaciones y en las voces de sus exalumnos, muchos de los cuales han seguido su ejemplo como docentes, escritores e investigadores.
A 98 años de su nacimiento, rendir homenaje a Carlos Sánchez Díaz es recordar a un hombre que creyó firmemente en el poder transformador de la palabra, en la belleza de las lenguas clásicas y en la importancia de las humanidades para la formación del espíritu crítico. Desde su amada cátedra zuliana, sembró con paciencia y sabiduría un legado que aún florece en las letras y en la cultura del occidente venezolano.