Redacción OW
En esta ocasión el ciclo Universo Barroco del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) acoge la ópera Arsilda, regina di Pontode Antonio Vivaldi. Se trata de uno de los trabajos de juventud del gran compositor barroco, su tercera ópera, que gozó de gran éxito en su estreno en Venecia en 1716. La cita para disfrutar de Arsilda, regina di Ponto es el domingo 2 de febrero (18:00 hrs.) en el Auditorio Nacional de Música de Madrid y el martes 4 de febrero (18:00 hrs.) en Santander, en el Palacio de Festivales de Cantabria.
En ambas funciones de esta ópera, en versión de concierto, comparece la prestigiosa agrupación La Cetra Baroque Orchestra Basel, uno de los principales conjuntos en la práctica interpretativa histórica, bajo la dirección de Andrea Marcon, con un elenco integrado por la contralto Benedetta Mazzucato (Arsilda), la mezzosoprano Beth Taylor (Lisea), el contratenor Nicolò Balducci (Barzane), la soprano Shira Patchornik (Mirinda), el bajo José Coca Loza (Cisardo), la soprano Jone Martínez ( Nicandro) y el tenor Leonardo Cortellazzi (Tamese).

Arsilda, regina di Ponto es una obra de su primer período, cuando el hipervirtuosístico estilo que llegaba de Nápoles aún no había arrasado con las antiguas formas venecianas. Las cosas habían cambiado desde que en un lejano 1637 dos músicos romanos llegados a la Serenísima revolucionaran el género al abrir sus espectáculos a todo aquel que pudiera pagarse el precio de una entrada. La ópera se hizo pública, pasó a depender de los empresarios y estos buscaron el beneficio reduciendo costos —o lo que es lo mismo, eliminando el coro y rebajando el número de miembros de las orquestas— e invirtiendo en espectacularidad: escenas, maquinarias, vestuarios, ágiles gargantas. La ópera apostó por la melodía y el belcanto, lo que la condujo en pocas décadas al dominio absoluto de los cantantes, en especial, los más atractivos para el público, cas trati y sopranos.
La obra se estrenó con éxito en el carnaval de 1716 y llegó a viajar al extranjero, pues pudo representarse en Kassel, Dresde, Praga y Cracovia. Vivaldi mismo pareció muy satisfecho con una música que utilizaría para obras posteriores. Arsilda presenta una orquestación de sofisticada riqueza. La orquesta no se limita a un papel de acompañamiento, sino que se convierte en un elemento esencial para el drama, ya que Vivaldi utiliza la instrumentación para intensificar las emociones de los personajes y las tensiones de la trama, empleando modulaciones sorprendentes, contrastes dinámicos y efectos tímbricos innovadores que enriquecen la narrativa.