
Nito es Nito desde siempre. En el colegio, cuando escuchaba «Carlos Mestre» sabía que estaba en problemas. El responsable del sobrenombre fue su hermano, a quien no le salía decirle hermanito y quedaba en el final de la palabra. También sus padres lo llamaron Nito. «Vine al mundo con el sobrenombre artístico puesto». «Con los años me di cuenta de que las cosas que vienen así, de una forma orgánica, natural, a las que vos solo tenés que aceptarlas o no, son las mejores», afirma.
Su vuelta a Montevideo se dio un poco así también, él venía insistiendo desde hacía un buen tiempo con poder presentarse en nuestra ciudad en una sala, había tenido la experiencia de actuar en el marco de La noche de la nostalgia en el Hipódromo de Maroñas, pero le seducía la idea de presentarse aquí con toda la banda brindando un recital.
Cuando Nito se enteró de que Paul McCartney iniciaba su gira en Montevideo vio una oportunidad, porque verlo en Buenos Aires le resultaría imposible ya que él estaría de gira esos días por el interior. Le escribió a su amigo Carlos Geniso para que le facilitara una invitación. En medio de esta planificación, su manager le avisa que en noviembre estarían presentándose aquí, por lo que decidió venir un día antes del show de Paul y hacer un recorrido por algunos de los medios de prensa capitalinos. La relación de Nito con Paul viene de larga data, como a tantos, los cuatro de Liverpool le volaron la cabeza cuando tenía 12 años. Un docente de su colegio los llevó al cine a ver la primera película de Los Beatles, un bautismo que lo convirtió en un feligrés de por vida. Quizás el punto más alto de su relación haya sido en 1993, cuando tocó como telonero en los tres shows que brindó el británico en el estadio de River Plate y en medio del segundo recital vio a Paul, como público, disfrutando de su show.
Carlos Geniso le reservó una habitación en el mismo hotel de Montevideo en que se hospedaba Paul. En Argentina, se viralizó una foto en la que Nito está entre las personas que esperan la salida de McCartney, como un fan más, cámara en mano, filmándolo desde atrás del vidrio.
También aprovechó esos días para subir al escenario del Auditorio Nacional del Sodre y acompañar a su amigo Ramón «Palito» Ortega en su gira de despedida.
A Nito le gusta Montevideo, recuerda con cariño cada una de las presentaciones que hizo aquí, desde el primer show el 8 de diciembre de 1981 en el Estadio Franzini, para 16.000 personas que despedían a Sui Generis y le daban la bienvenida a Seru Girán y a Los desconocidos de siempre, los respectivos nuevos proyectos musicales de Charly García y de Mestre. Unos meses después, el 6 de mayo de 1982, volvió a Montevideo para presentarse en el Cine Teatro Plaza a grabar el espectáculo de su primer disco en vivo. Para la ocasión trajeron el equipo móvil del estudio Del cielito, con David Lebón y Gustavo Gauvryencargados del registro de las dos funciones. Se trataba de la presentación de 20/10 su primer disco solista. Parte del recital se encuentra en las redes y el disco fue remasterizado en 2023, convirtiéndose en un documento único que refleja la carrera de uno de nuestros Beatles, porque Nito y Charly son un poco eso para nosotros, nos metieron las canciones en el walkman y siguen ahí, se heredan, se transmiten de generación en generación, como un juego de postas sin fin.
Es uno de los shows que más recuerdo, porque además escuchás el disco y sentís lo que pasaba ese día con el público, estábamos en plena guerra de Las Malvinas y recuerdo que hice una referencia, mientras cantaba el tema «Enero va» digo que estoy pensando en el sur y con el sur más, algo así, porque me estaba acordando de lo que estaba pasando allí.
Desde antes de la pandemia Nito tenía ganas de venir a una sala en Montevideo, y eso ocurrirá el 21 de noviembre 2024 en la Sala Zitarrosa. Estará acompañado de una banda con integrantes que hace casi treinta años que tocan con él, como es el caso de Fernando Pugliesse en piano y Ernesto Salgueiro en guitarra, voces y dirección musical. Julia Horton, cuya llegada fue a través de un casting y que se integró hace un par de años, baja considerablemente el promedio de edad de la banda (tiene 22). Nito quería una voz femenina que le permitiera completar algunas armonías en canciones que así lo pidieran, otra vez la herencia beatle se hace presente, pero además necesitaba que su nueva cantante fuera guitarrista para complementarse con él y con Ernesto y que este último pudiera pasar de la guitarra acústica a la eléctrica en algunas canciones. Julia no solo cubría estas necesidades, sino que además suma su piano y teclados al trabajo de Pugliesse, una jugadora polifuncional que puede aportar en todos los aspectos armónicos del espectáculo. El bajista es Pablo Álvarez, vino del ambiente del jazz, convocado por Ernesto y el baterista es un favorito de Nito, Diego Alejandro, el «hombre sin apellido» le dicen en la banda. Diego viene trabajando desde hace un buen tiempo con él, primero como percusionista y ahora en batería.
Para Nito el buen humor es una condición tan importante como el talento a la hora de tocar y en esta banda la diversión está asegurada. «Vamos super ensayados, somos molestos con los detalles en las pruebas de sonido, pero todo con buen humor», afirma. Están tan ensayados y la banda tiene un repertorio tan extenso que es habitual que por iniciativa de ellos o por pedido del público se agreguen canciones no incluidas en el set list.
Nito está festejando sus 52 años de carrera y lo primero que dice es que los festeja porque puede hacerlo, porque puede cantar, porque se preocupa de hacer gimnasia vocal y física diariamente para estar bien y poder estar de gira. La respuesta del público ha sido fantástica, el pedido de fotos, de abrazos, el agradecimiento por ser parte de la banda sonora de sus vidas es algo que se repite en cada escenario y a Nito eso lo fortalece, lo motiva, sale a escena con ganas de comerse el escenario y tocarse todo.
Estamos sonando bárbaro, me estoy dando los gustos en vida de tocar con una banda que me gusta, cada show es una fiesta, me gusta transmitirle al planeta, que está complicado, más de dos horas de buena energía, de cantar juntos y contarles historias.
¿Por qué las canciones de Sui Generis siguen teniendo ese efecto?, ¿por qué jóvenes de menos de veinte años vuelven a encontrar en ellas el refugio y el placer que encontraron sus padres o sus abuelos?
Intentar hacer un estudio sociológico sería algo muy extenso, pensar que hay una parte de la adolescencia que siempre se repite sin importar la generación podría ser una explicación, puede ser el amor, pero para mí es la magia. Porque esas cosas pasan y le buscás la vuelta de cuál puede ser la razón y llegás a la conclusión de que se trata de una mezcla de múltiples factores, de estar en el momento justo y ese momento se replica por años, a mí me pasa con Los Beatles, yo pensaba: «Qué lindo sería que nuestros hijos los escuchen y de paso que nos escuchen a nosotros», y está pasando.
El grupo de amigos haciendo música ha sido el norte en toda su carrera, porque el solista vive solo, sus músicos son contratados, no tiene certeza de que le hablen con la verdad, no se entera mucho de la vida de sus compañeros de ruta. Nito cree que por estas y otras razones ser solista es un lío, lo mejor es mantener unida a la familia y eso se logra comportándote de igual a igual con todos.
Lo mejor es tocar con quienes te sentís bien y que ellos se sientan bien, y de eso te das cuenta, nosotros nos felicitamos cuando nos salen las cosas bien y nos corregimos entre nosotros cuando algo no sale, lo hacemos entre todos con buen clima y sin divismo.
Pero no todo fue color de rosas, hubo momentos en que las pasó muy mal, sobre todo en la etapa que tuvo problemas con el alcohol. Nito habla de ese tiempo sin tapujos, la bebida lo llevó a la soledad y estuvo acariciándose con la muerte, pero su instinto de supervivencia pudo más, reconoce que el alcohol estaba haciendo estragos.
Me echaban de todos lados, me fui de mi casa, me separé de mi señora y tres años después me volví a casar con ella, nos pusimos de novios cuando me mejoré, no caí en un pozo depresivo pero me estaba haciendo mal, yo trataba de cuidarme antes de ir a los shows, pero en un momento dejé de ir, yo estaba mal, estaba particularmente solo y me tragaba todo, no era alguien que exteriorizara, dejé estacionado el auto un año en la puerta de casa, porque no me animaba a salir y poner en riesgo a alguien manejando así. Nunca perdí la conciencia del daño que podía hacer. Bajé mucho de peso, quedé muy flaco, por lo tanto, no tenía fuerza, iba a tomar en un bar a la vuelta de casa con los parroquianos que eran un desastre, igual que yo, a veces debía sentarme en la calle porque me dolía mucho el cuerpo a causa de la polineuritis. Todo ocurría a dos o tres cuadras a la redonda de mi casa, porque no me atrevía a ir más allá, salvo que me sacaran para ir a algún show, que por suerte salían bien, pero terminaban y sentía que me caía a pedazos.
Quizás el punto de quiebre haya sido el último show que hizo en ese estado, fue en una localidad del norte de Argentina, alguien del público le pidió una canción y él respondió que no le hincharan las pelotas. «Fui super desagradable y era la mujer del intendente, que entonces vino y le dijo a mi manager que me bajara del escenario». Esto ocurrió hace 27 años, y llegó la internación, estuvo unos días en coma inducido hasta que lo despertó Mercedes Sosa, cuando le hizo una caricia. Tras recuperar la conciencia lo pasaron a terapia intermedia y cuando le iban a dar el alta pidió mantenerse internado en un cuarto en solitario de un hospital público, se quedó más de veinte días, pidió ayuda psicológica, empezó a leer sobre el alcoholismo, sus años de estudiante de medicina le sirvieron para ser parte de su propia cura, esos que hacen que hoy cuando va a una consulta, se transforma más en una charla casi entre colegas que una entre doctor y paciente.
Cuando en 1974 Por SuiGieco, el proyecto que reunía a León Gieco, Raúl Porcheto y Sui Generis, se preparaba para presentarse en el Auditorio Kraft, una pequeña sala ubicada en un subsuelo al 700 de la calle Florida, los músicos se dividieron la calle y salieron a pegar los afiches para promocionar el show, por una acera lo hacían Nito y León y por la otra Charly y Raúl. Pasaron 50 años y le pregunté a Nito qué quedaba de aquella forma casi artesanal de hacer las cosas y me comentó:
Te quedan esas manías del comienzo que antes eran ir a pegar carteles y ahora es ver cómo están las redes sociales, el cuidado de lo que se publica y como se lo publica, quién lo replica, aprendés un poco de eso para no delegarlo todo y tratar de entenderlo y estar al tanto. Yo en Instagram y Facebook me meto y contesto todos los mensajes, les pongo un corazón a los que leo, para que sepan que los leí, un corazoncito en las redes significa que te leí yo, te queda esa manía de que no lo haga otro. Ahora trato de quedarme al final de los shows y conocer a la gente que me viene a ver. Otra de mis manías es que yo mismo me guardo mis cosas, yo sé cómo se guarda mi monitor de oído, mi guitarra, mi micrófono, se cómo van organizados mis cables, y todas mis cosas.
Nito es hijo de un cirujano, le meticulosidad y el cuidado está en su ADN. El cree que, como su padre, hubiera sido un buen médico si hubiera podido dedicarse, valora que tiene intuición con los demás, es empático y cuando alguien tiene algún problema de salud se preocupa de buscarle la solución. La curiosidad la mantiene intacta y el advenimiento de internet le ha permitido mantenerse informado, descubrir los lugares adecuados para investigar y seguir aprendiendo. Pero cuando llegó a cuarto de medicina no quiso seguir, ya estaba en el proceso del segundo disco de Sui Generis y por más que su madre le decía que podía ser como Alberto Castillo, el cantante que también era médico, él sabía que no se iba a dedicar.
El primer vínculo de Nito con la música uruguaya fue a través de Los Shakers, recuerda que junto a Charly García escucharon muchísimo el disco La conferencia secreta en el Toto’s Bar, reconoce que la singularidad de la banda, esa mixtura del sonido beatle, con el jazz, matizado con el candombe lo hacían algo único, además de que en Argentina no existía una banda que emulara el sonido de las británicas. Con el tiempo se vinculó también con Rubén Rada, que fue el que le recomendó a Pablo Fernández, el percusionista con el que grabó su primer disco y se mantuvo a su lado un buen tiempo.
Toda banda que logra cierto éxito tiene un personaje que perdió su lugar en la historia, un integrante que se bajó antes del proyecto y solo queda en la memoria de los más allegados, en el caso de Sui Generis fueron varios, pero si hubiera que destacar a uno, Nito recuerda a Beto Rodríguez que tocaba con Charly y llegó un momento en que dijo que no seguía.
Sui Generis fue el comienzo de todo, se fue armando entre compañeros del colegio, fueron tres años en que él y Charly hacían las canciones y recorrían las casas editoras de discos a ver si lograban interesarlas y grabar por lo menos un simple, ellos dos estaban convencidos de que lo iban a lograr. En la RCA un conocido productor de la época les propuso que podían grabar un simple si en la cara A cantaban una canción de él. Nito recuerda que les dijo a sus compañeros que si accedían a eso «éramos boleta, porque empezamos con cara B y nosotros teníamos que plantearnos llegar como mínimo a ser cara A». Siguieron insistiendo hasta que llegaron a la oficina del ya legendario Jorge Álvarez, que cuando los escuchó les dijo que iban a grabar un disco, un long play. Él eligió las canciones, les dijo que la primera del lado A sería «Canción para mi muerte», aunque ellos apostaban a «Cuando comenzamos a nacer» como el posible hit, de hecho, a esa canción la llamaban Vida y ese terminó siendo el nombre del disco. Nito para este espectáculo juega con la palabra, son 50 años del disco Vida, pero también de vida artística.
Hoy Sui Generis es una referencia a nivel de todo el continente, pero en sus inicios y por un buen tiempo fueron un fenómeno local, incluso acotado a algunas provincias como Rosario, Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Mendoza y por supuesto la provincia de Buenos Aires, a eso hay que agregarle Montevideo y algunas de las ciudades de Uruguay con fuerte influencia argentina. Nito cree que la popularidad empezó a partir de 1985 cuando los viajeros argentinos llevaban sus casetes y los replicaban en otros países de Latinoamérica, en esos años fue por primera vez a tocar a Perú, y después la popularidad creció a través de internet, de hecho, el primer sitio web dedicado a Sui Generis lo armó un peruano. Carlos Vives los dio a conocer en Colombia, porque ponía los discos de Sui Generis en una de las telenovelas en las que actuó. Una vez actuó ante 800 personas en un pueblo de Costa Rica de no más de tres mil y cuando preguntó qué había pasado le contaron que el que en ese momento era el alcalde de la ciudad había vivido en su juventud en Argentina y había vuelto con un par de casetes de Sui Generis que se fueron replicando.
Nito tiene un millón de historias en su extensa carrera, muchas de ellas acompañarán las canciones el próximo 21 de noviembre en la Sala Zitarrosa, es una gran oportunidad de encontrarnos con uno de esos artistas que componen la banda de sonido de nuestras vidas.
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