Por Federico Figueroa Crítica: «Marina» Monzó Albelo Zarzuela
El Teatro de la Zarzuela inicia su temporada 2024/25 con una ópera: Marina,una obra muy querida por el público y que es ofrecida en esta ocasión de forma íntegra, según la información en el libro publicado para la ocasión. Se trata de una nueva puesta en escena que desplaza a la de 2013 y que deja la sensación a muchos aficionados, entre los que me incluyo, de que se ha perdido otra oportunidad para dar a conocer al público actual y en la que debería ser su casa la primigenia Marinaen forma de zarzuela de Emilio Arrieta y Francisco Camrpodrón. Según información de Víctor Pagán, la última vez que se vio en el Teatro de la Zarzuela fue en 1928. Crítica: «Marina» Monzó Albelo Zarzuela

Marina es hija del belcanto romántico y José Miguel Pérez Sierra, al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, así lo entendió, sirviendo de fino soporte al canto y mostrándose mucho más expansivo en las partes puramente orquestales. Destacadísimo el coro, con un nivel musical y escénico para aplaudir de pie.
En la noche que nos ocupa, los cantantes protagonistas también se desempeñaron a muy buen nivel. La soprano Marina Monzó fue una muy vital y juvenil Marina, un tanto aniñada y falta de carácter, como si de una adolescente tontorrona se tratara, en concordancia con el concepto general de la propuesta escénica. Vocalmente fue de menos a más, dejando muy buen sabor de boca en los dúos (uno con Roque y otro con Jorge) y en el rondó final. Sorprende que haya utilizado la cadencia inspirada en la Lucia donizettiana -muy bien ejecutada, eso sí-, dado el talante purista de la propuesta musical. En este sentido, Sabina Puértolas, la otra Marina, utilizó, en mi opinión, ornamentos vocales más acordes con la obra. Celso Albelo fue un cálido Jorge, un personaje que ya interpretó en este teatro en 2013. Se mostró seguro en la zona aguda e hizo gala de un buen fraseo. El barítono italiano Pietro Spagnoli interpretó a Roque con la voz y con la actuación, dando una clase de belcantoque el público premió con sonoros aplausos. El grisáceo Pascual fue encarnado por el bajo-barítono Javier Castañeda con un timbre algo escaso de brillo pero siempre bien intencionado en un canto ortodoxo. En los personajes secundarios sobresalió el barítono Juan Sousa (el marino que entrega la carta), bien timbrado y con buena presencia escénica.

La nueva puesta en escena de la ópera de Emilio Arrieta, elegida por la directora escénica Bárbara Lluchpara abrir la temporada, resulta bonita a la vista en su colección de postales marineras, pero un tanto vacía de contenido. Se apoya en la atractiva escenografía diseñada por Daniel Bianco, que marida bien con la iluminación de Albert Faura, recreando un puerto en el que el vestuario de Clara Peluffo, elegante en exceso, nos transporta a una pasarela de moda al tiempo que nos aleja del contexto social que vivieron los habitantes de esa pequeña localidad portuaria del pasado siglo. El despliegue del coro y de los figurantes oscila entre el estatismo y movimientos más propios de un autómata que de una persona real, lo que acentúa lo dicho en líneas anteriores. Se trata de una propuesta, en suma, que no «huele» a brea ni a pescado, y que reduce el argumento de Ramos Carrión a una insulsa historia de amor con final feliz. Si alguien desea ver algo de la puesta en escena de 2013, firmada por Ignacio García, en el Teatro Principal de Alicante se anuncia una futura puesta en escena de La tabernera del puerto con el vestuario de aquella Marina.
10 de octubre de 2024, Madrid (Teatro de la Zarzuela) Marina Ópera en tres actos. Música de Emilio Arrieta. Libreto: Francisco Camprodón y Miguel Ramos Carrión.
Director musical: José Miguel Pérez Sierra. Dirección de escena: Bárbara Lluc.
Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro titular del Teatro de la Zarzuela Director del coro: Antonio Fauró
Solistas: Marina Monzó, Celso Albelo, Pietro Spagnoli, Javier Castañeda, Rodrigo Álvarez, Graciela Moncloa, Juan Sousa.