Por Cristina Marinero Crítica: lago cisnes» Francisco Ballet
El Lago de los Cisnes fue el primer ballet narrativo coreografiado por Helgi Tomasson para el San Francisco Ballet en 1988, tres años después de tomar la dirección de la compañía. Tchaikovsky y la herencia coreográfica de Marius Petipa y Lev Ivanov, sus coreógrafos, crearon un mito con este ballet de 1895. El bailarín islandés, educado entre su país, Dinamarca y la School of American Ballet de Nueva York –escuela del New York City Ballet, creada por George Balanchine- fue quien pasó el testigo a Tamara Rojo hace dos años, tras 37 dirigiendo la compañía del norte de California.

Tras ser calificado El lago de los cisnes de Tomasson, en 1988, por Anna Kisselgoff, crítica del New York Times, como “una de las producciones más bellas de ballet diseñadas en los últimos años”, en 2009, el veterano director estrenó una nueva que presentaba su coreografía con algunos cambios, nuevo vestuario y escenografía firmada por Jonathan Fensom, diseñador ganador de los prestigiosos premios Olivier, de Londres, y Tony, de Nueva York e iluminación de la gran Jennifer Tipton. Su coste, tres millones de dólares. Helgi Tomasson se despidió de la dirección de la compañía en mayo de 2022 precisamente con El lago de los cisnes –el segundo acto y el paso a dos del cisne negro siempre con coreografía otorgada a sus creadores originales, Petipa e Ivanov- lo que casi supuso cerrar el círculo de sus casi cuatro décadas al frente.
Cuando el año pasado hablamos con Tamara Rojo por el estreno en mayo, en el Teatro Real también, del English National Ballet –que dirigió hasta final de la temporada 2021-2022- de su primera coreografía, el clásico Raymonda, ya nos dio pistas de que el San Francisco Ballet vendría al teatro de la Plaza de Oriente. Y qué mejor que con el emblemático título del ballet clásico, como ha hecho. Con El lago de los cisnesse presenta en España Tamara Rojo como directora del San Francisco Ballet y es el debut de la compañía en nuestro país, desde que se creara en 1933. El Teatro Real ya pone el cartel de “agotadas localidades” en sus ocho funciones, hasta el martes 22 de octubre. Nadie se atreverá a decir, ante este ejemplo, que los clásicos del ballet no son apuesta segura de cualquier cartel. Son los que quiere ver el público, experto o amateur. Eso sí, interpretados con rigor, calidad y una producción de envergadura.

Sasha De Sola ha sido la protagonista de la noche de estreno, el martes 15 de octubre. Es una bailarina sólida, cristalina en cada uno de sus pasos y variaciones. Es una artista superlativa, con ese punto de frío perfeccionismo en su cisne blanco, Odette, que borró de un plumazo cuando “se despeinó” en carácter con su pérfida Odile, el cisne negro. Y, ay, sus arabesques y attitudes, que magníficos. La curvatura de su torso, junto a esas piernas firmes terminadas en aguijonadas puntas, nos recuerdan precisamente a Tamara Rojo. Junto a ella, como el Príncipe Siegfried, Aaron Robison tuvo un tono menos principesco y más “cool”. Encarnó a la perfección al joven noble que rechaza casarse, como quiere su madre, la reina, con esa actitud un tanto desenfadada –en algunos momentos se la contagió a sus giros y saltos-, a la que pone firme cuando se ve hechizado por el enamoramiento hacia la nívea ánade.
Junto a un primer acto que deja atrás la Edad Media del original y se localiza en lo que podía ser una pequeña ciudad francesa o europea en las primeras décadas del siglo XIX, el segundo acto, el llamado blanco, está arropado por la citada iluminación de Tipton y las proyecciones de Sven Ortel. Son también protagonistas de los interludios y de ese prólogo en el que vemos cómo el malvado brujo Rothbart, vestido de hombre de la calle, realiza un encantamiento sobre la joven protagonista cuando se acerca al lago, convirtiéndola en cisne. En el primer acto brilló Esteban Hernández en el paso a tres, interpretado junto a Carmela Mayo y Katherine Barkman. Crítica: lago cisnes» Francisco Ballet

Tomasson ha estructurado su Lago en tres partes, la primera y segunda con descanso, uniendo el tercer y cuarto acto en uno solo, subrayando más el contraste entre la fuerza y sarcasmo que debe desprender Odile, en su paso a dos con el príncipe, uno de los que más nos gustan por su latente historia de engaño, frente al lirismo y espiritualidad del cisne blanco, Odette. Con un cuerpo de baile que dibuja con esmero las posiciones y variaciones en línea, el San Francisco Ballet dirigido por Tamara Rojo fue muy aplaudido en su estreno, tanto como el director Martin West al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real, en su interpretación de la bella, bellísima, partitura de Tchaikovsky. Crítica: lago cisnes» Francisco Ballet
15 de octubre de 2024, Madrid (Teatro Real) El lago de los cisnes Ballet con música de Tchaikoscky y coreografía de Helgi Tomasson.
San Francisco Ballet / Directora: Tamara Rojo OW