La Metropolitan Opera de Nueva York repone la producción de Bartleet Sher de «Les contes d´Hoffmann» de Jacques Offenbach, esta vez con Marco Armiliato en el foso, dirigiendo a Benjamin Bernheim, Erin Morley, Pretty Yende, Clémentine Margaine, Christian Van Horn y Vasilisa Berzhanskaya, en su debut metropolitano.
La producción de Bartleet Sher, con los diseños escenográficos de Michael Yeargan, resulta irregular. Jugando con el surrealismo y las referencias a la era de Kafka y los años 20, crea un marco visual que realza la extrañeza y la fragmentación del mundo de Hoffmann. Cada acto está ambientado en una ciudad diferente de Europa, desde el París donde la ciencia y la moda se entrecruzan en la historia de Olympia, hasta la sombría Múnich donde Antonia encuentra su destino, y la licenciosa Venecia de Giulietta. Contribuyen al éxito de la producción los fantásticos figurines de Catherine Zuber que, gracias al equipo de vestuario del Met, lucen en plenitud.

La orquesta titular del Met, bajo la dirección de Marco Armiliato, estuvo impecable en lo técnico, pero tal vez demasiado conservadora. Armiliato dedició soslayar el efectismo de la música de Offenbach, diseñada para emocionar, inspirar y entretener. Así, el eclecticismo musical de Offenbach estuvo falto de chispa y variedad, y hubo demasiada cohesión entre el lirismo romántico y los ritmos burlescos del vaudeville.
En la historia de la ópera, pocos compositores han sabido unir la ligereza del ingenio con la profundidad del drama de manera tan efectiva como Jacques Offenbach. La interpretación de «Les contes d´Hoffmann» en la Metropolitan Opera de Nueva York, en esta ocasión dirigida por Marco Armiliato, nos recuerda la genialidad de este compositor que, tras conquistar los salones de París con sus operetas llenas de emoción y comicidad, decidió embarcarse en una obra más seria y profunda, basada en los relatos del escritor alemán E.T.A. Hoffmann. La historia, un viaje entre el sueño, los humores etílicos y la realidad, cuenta los amores trágicos y extraños de un poeta cuyo destino está marcado por la derrota, la obsesión y la constante lucha contra sus demonios internos.
Esta producción de Bartlett Sher, que tuvo su estreno en 2009 con la batuta de James Levine y con Joseph Calleja, Anna Netrebko y Alan Held como protagonistas, regresa al escenario del Met con Benjamin Bernheim, en el papel de Hoffmann, que ha traído una cuidada presentación del poeta, brindando una interpretación creíble y matizada. Bernheim tiene muchos partidarios pese a su feo timbre y una emisión cargada en la nariz, que sin embargo luce exultante en timbrados agudos.

La mezzo rusa Vasilisa Berzhanskaya debutó en el Met como Niklausse. La cantante recibió un generoso aplauso del conformista público de Nueva York. A nosotros nos pareció una artista en crecimiento, con un intrumento de amable timbre y variada paleta, pero aún por asentar y lejos del nivel exigible en este teatro. Berzhanskaya no terminó de conectar con el estilo ni con la orquesta de Armiliato, pese a su buena predisposición y atenta actuación. Es una cantante de nivel medio que, no obstante, esta temporada cantará Preciosilla en el Liceu, Cenerentola en Múnich y Adalgisa en Viena y en Milán. Está claro que tiene trabajo por delante…
El contraste entre las diferentes etapas del viaje de Hoffmann es resaltado en la diversidad musical de la obra. Olympia, la autómata que lo fascina en el primer acto, fue interpretada con virtuosismo por Erin Morley. Su aria “Les oiseaux dans la charmille” fue una verdadera demostración de técnica vocal, su agilidad en los trinos y los agudos cristalinos lograron una perfección casi mecánica, un logro acorde al carácter del personaje.
En el segundo acto, Pretty Yende, en el doble papel de Antonia y Stella, cantó con voz en forma, fresca y flexible, y ofreció un lirismo trágico en su interpretación de la enferma cantante. Su sentida y delicada “Elle a fui, la tourterelle” fue muy aplaudida, preparando el terreno para la estremecedora escena en la que Dr. Miracle, interpretado por Christian Van Horn, la conduce a la muerte a través de la música. Aquí, Armiliato supo captar el terror y la desesperación, haciendo de este uno de los momentos más dramáticamente efectivos de la noche.

La mezzo francesa Clémentine Margaine, en el papel de Giulietta, trajo a la vida la atmósfera sensual y corrupta de Venecia en el tercer acto, encarnando a la cortesana que seduce y traiciona a Hoffmann. Su interpretación fue rica en matices, con una voz amplia, bien dotada y dosificada con inteligencia. La famosa barcarola, en dúo con Nicklausse (interpretado con mimo por Berzhanskaya), fue muy aplaudida, así como sus intercambios con Bernheim, que parecieron rescatar al tenor de su cansancio.
Christian Van Horn, quien dio vida a los cuatro villanos—Lindorf, Coppélius, Dr. Miracle y Dapertutto—, encarnó con seguridad la figura del mal que acecha a Hoffmann a lo largo de la obra. Su interpretación fue siempre sólida, con una voz que, desde la primera aparición en la taberna de Luther en el prólogo, dejó claro su papel de némesis del poeta, una presencia oscura que marcaba la inevitable caída de Hoffmann en cada episodio.
En los papeles comprimarios destacamos al tenor Aaron Blake y la mezzo Eve Gigliotti, fijos en el Met y sólidos como de costumbre. La versión que ofrece el Met corta gran parte de los diálogos hablados, por lo que sus intervenciones, como las de los protagonistas, se vieron reducidas en extensión.

La historia de «Les contes d´Hoffmann» es tan multifacética como su música: una mezcla de comedia, tragedia y lo fantástico, donde la belleza y lo grotesco se funden en un mismo lienzo. Offenbach, quien murió antes de poder ver el estreno de su obra, nos dejó una ópera que sigue fascinando al público más de un siglo después. Esta producción del Met, pese a su irregularidad, sigue funcionando.
Pese a que el público quedó complacido, queda en el aire la sensación de que con estos mimbres se podría conseguir un resultado superior.
Metropolitan Opera de Nueva York, a 10 de octubre de 2024. Les contes d’Hoffmann, ópera en cuatro actos con música de Jacques Offenbach y libreto en francés de Jules Barbier.
Dirección Musical: Marco Armiliato, Producción: Bartlett Sher, Escenografía: Michael Yeargan, Vestuario: Catherine Zuber, Iluminación: James F. Ingalls, Coreografía: Dou Dou Huang. Director de reposición: Gina Lapinski. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera. Dirección del Coro: Tilman Michael.
Reparto: Benjamin Bernheim, Erin Morley, Pretty Yende, Clémentine Margaine, Christian Van Horn, Vasilisa Berzhankaya, Aaron Blake, Tony Stevenson, Bradley Garvin, Eve Gigliotti, Jeongcheol Cha.