INTROITO
Deseo presentar a un Lorca defensor de las mujeres. Sus arquetipos, Bernarda Alba y tantos otros, son la más brillante exposición y crítica de la dominación masculina y del sistema patriarcal. Federico García Lorca nos comprendería, nos aplaudiría en la actualidad, siglo XXI, de el progreso de las mujeres.
Quiero decir unas palabras sobre la genialidad de Lorca, su defensa de la mujer, de un Lorca feminista avant la lettre, su genialidad y su originalidad.
La única secreta técnica de Lorca consistía simple y naturalmente en el talento, y es necesario admitir que lo tenía sobradamente. Tres destellos de su genialidad en la obra de Bernarda Alba, donde está condensada magistralmente la esencia del patriarcado.
1º. Justamentees una mujer la que simboliza la más pura esencia del patriarcado, Bernarda Alba, hembra machista y patriarcal, como la he llamado en un poema titulado Adiós a las hijas de Bernarda Alba, que se incluye al final.
2º. Todo gira en torno al hombre rey, al macho, que, sin embargo, no se ve. No necesita ponerlo en escena, pero es omnipresente en la obra. Todo gira en torno a él, pero a él no lo vemos. Nadie ha visto la cara de Pepe el Romano, que así se llama el arquetipo en cuestión. Es más, ningún hombre aparece en la obra.
3º. Texto y contexto. Lorca sitúa la obra en un tiempo de cautiverio, de encierro, de confinamiento. Es el largo luto que debe cumplir la familia de Bernarda, según la tradición, que ella sostiene y refuerza al máximo.
Recuerdo el argumento de la obra para quien no la conozca o la haya olvidado:
Tras la muerte de su segundo esposo, Bernarda Alba se recluye, e impone un luto riguroso y asfixiante por ocho años a sus cinco hijas. Cuando Angustias, la primogénita y la única hija del primer marido, hereda una fortuna, atrae a un pretendiente, Pepe el Romano. Todas las hijas aceptan sus órdenes, menos Adela, la menor, interpretada magníficamente por la actriz Ana Belén, así como todo un excelente plantel de actrices que aparecen en la obra teatral, llevada al cine por Mario Camus en 1987.
FORMA EXPOSITIVA
Es una especie de diario de campo de nuestro trabajo, acompañado de unas imágenes.
He escrito estos breves textos en el silencio de las largas siestas del verano. El estío, tiempo sacro, que distingo del otro tiempo del año. Es el verano un tiempo de fiesta, y es también un tiempo de alejamiento, de silencio, de reflexión y escritura para quienes nos dedicamos a ello.
Decir, me gusta la obra de Lorca es banal. Todo ha ido más allá. Me ha servido de autoanálisis, de test proyectivo y, sobre todo, como poeta que soy, de ejercicio de percepción, de cacería de un ave llamada Agudeza, de galopada de los sentidos, en pos de aquilatar la presa que Lorca cazó él mismo.
¿Sería yo capaz de reconocerla? ¿De ver sus entrañas? ¿De apreciar el riesgo de su captura? Sí, ya la tengo. De toda esta emoción, de todos estos valores, deseo contagiar al lector para que no se pierda y se deleite con esta presa literaria, para que se conviertan en lectores fieles de Lorca.Hago votos para que su obra no caiga nunca en el olvido.
1. EL AGUA
(Diario de campo, 13 de agosto)
Hemos elegido trabajar el agua como primer símbolo lorquiano. Sí, el agua. Hace tanto calor este verano que todo nos empuja a añorar el líquido elemento.
Todo nos hace desear la lluvia.
El agua y la poesía tan necesaria, tan de poetas.
Agua-espejo donde día y noche, madrugada, se actualiza el tiempo.
Agua detenida en un estanque, chorro vivo que salta y cabrillea a su aire.
Agua acompasada que siente la música y sigue su compás, obedeciendo al ritmo del palo flamenco, se contonea queriendo ser ella misma en su esencia, dejando de serlo en sus formas.
Lorca, su Granada y el agua son una y distinta, noche y mañana, tierra y cielo, sangre y sabia, voz y silencio, sol y luna, gitano y payo, piedra y agua. Y otra vez Granada.
2. REJA Y CUCHILLO
(Diario de campo, 14 de agosto)
Hoy hemos trabajado sobre el segundo elemento, en realidad dos, reja y cuchillo, a los que se suman muchos más símbolos que nos sugieren imágenes.
A la reja viene a hablar Pepe el romano a Angustias, la hija mayor, la que se debe casar primero.
Pepe el romano, pasa por el callejón, por las puertas falsas. Nunca ha pasado por la puerta principal. Está solo en relaciones de novio, hasta que no haya matrimonio y acuerdo de arras no se pasa por la puerta principal.
El caballo de Pepe el romano. Se oyen sus cascos. Bebe agua en el pozo encalado del callejón, el de las bestias. No en el pozo bueno del patio de mármol. Ahí no se pasa hasta que no estén las arras firmadas, y el contrato matrimonial. Mientras tanto, todo debe suceder detrás de la reja. Las otras hermanas están en celo, bordando un futuro ajuar. Se deben casar por orden. Hasta que no se case Angustias no se casa ninguna. Ese es el drama de Adela, una de las hermanas, que acaba con una muerte trágica.
Por la baranda del corredor, se pasea la vieja tía, a veces en paños menores. Tiene la cabeza un tanto perdida. Suele cantar, reiteradamente, a modo de un mantra lastimoso: ovejita, niña mía, vámonos a la orilla del mar, allí te daré la teta y el pan.La criada viene y la recoge, la quita de la baranda y la recluye a sus habitaciones. Tiene la cabeza perdida y a veces sale en paños menores.
3.CAL Y CANTO
(Diario de campo, 15 de agosto)
Hoy es el día de la Virgen, el día de todas las vírgenes de España. Continuamos con nuestro trabajo, bajo un sol de justicia.
Abro el portalón del callejón de mi casa.
Allí está el pozo encalado.
A la derecha, la escalera del corredor de la baranda alta.
Al fondo, la muralla de cal de los corralones y nubes, nubes, más las higueras que sobresalen por encima del tejadillo.
A la izquierda está la escalera oculta de la cámara del trigo.
Miradas lorquianas a mi jardín.
El antiguo empedrado, los guijarros.
El rosal,
La reja de la cuadra de los caballos,
A un lado, el ala de las habitaciones de verano.
El patio
La ventana con la cortina de Marianita Pineda.
La hornacina Virgen de las Angustias
La galería de arriba
El brocal del pozo del patio de mármol
Las cantareras
Las cortinas de la novia
Las hermosas baldosas hidráulicas, como tapices sobre el suelo de la casa.
Esta es la Casa de Bernarda Alba.
Es la casa de Bernarda, la matriarca patriarcal, el arquetipo más logrado del drama lorquiano, Bernarda y sus hijas.
4. EL JINETE, EL CABALLO
(Diario de campo, 24 de agosto)
El caballo es el signo de la hombría. Siempre, la belleza de un hombre a caballo. El jinete, el poder. Yo me eduqué en su adoración. La adoración al macho, mi padre, un hombre guapo, moreno de verde luna.
Mi padre salía a caballo con su hermosa montura de cuero, que se colgaba en lo alto de unas tixeras y se cuidaba con esmero cuando no montaba.
Esa es solo una estampa más, de la adoración al macho en que hemos sido criadas. Y los hombres, criados en el “si es preciso, morir de hombría”.
Hoy es la fecha del cumpleaños de mi madre. Todas las madres de la época, tenían mucho de Bernarda Alba. Criadas en los códigos del honor y la honra, la virginidad. Y los hombres, criados también en el molde patriarcal de la hombría. Hoy, lloro por ellos.
5. LA NOVIA
(Diario de campo, 27 de agosto)
La novia pura, la novia virgen, la novia tras la reja, la novia cautiva, la novia encerrada bajo el dominio patriarcal de Bernarda, ahormada bajo las reglas del honor.
Lo dice la canción popular: Al paño rico en el arca, una mancha le cayó, por menos precio se vende, porque perdió su valor.
También cantan los gitanos a Lorca, la tentación y el deseo: Vamos al rincón oscuro, donde yo siempre te quiera, que no me importa la gente, ni el veneno que nos echa.
Eso podría decir Adela, la hija rebelde.
Angustias, la mujer virgen, la novia oficial, borda día tras día el ajuar.
Adela es la mujer en celo, en pugna por Pepe el Romano.
6. LA ALCOBA
(Diario de campo, 30 de agosto)
Un temblor antiguo ameniza este espacio / que se vuelve solemne, / sepulta las rebabas de la vida / en giro al universo.
Hasta llegar a la intimidad de la intimidad, / hasta llegar a la camera degli sposi, / donde se crean los hijos / en noches frías, lluviosas, de enero, / en el calor de la caverna.
Impresiona el silencio del mundo, /sobre esta noche encendida / en la recámara de los esposos. / El sosiego la sostiene. / Allí, por un momento, el abismo se para.
La estación de la luz nos alcanza. / La tierra hace bien su trabajo / Es una cámara fresca, de verdor y de siesta, / donde engendrar. / Es un encuentro sagrado. / La calamidad ocurre en otra parte.
Nada mejor que el amor notarial: / tradición, gravedad, eros, / qué gran nudo en la estancia del gozo.
Llegó la democracia, íbamos todos corrimos a Fuente Vaqueros a celebrar el nacimiento de Lorca. Me estremecía al oír el zorongo lorquiano: lo que importan son tus brazos cuando de noche me abrazan.
Yo tenía veinte años, y toda España se volvió flamenca y lorquiana.
7. LA LUNA
(Diario de campo, 2 de septiembre)
Qué miedo me daba el poema de Federico: “la luna llegó a la fragua con su polisón de nardo”.
Oye niño, niño, niño, si te vieran los gitanos harían de tu corazón collares y anillos blancos. ¡Ah, ese tremendo poema, tan triste, tan misterioso! Creo que fue el primero que aprendí.
Y siempre el tema de la muerte en Federico. Tan presentida.
Remember me and forgot my fate.
No me gusta la luna, yo soy un ser solar.
8. LOS LIMONES
(Diario de campo, 3 de septiembre)
Anoche soñé que volvía a mi casa de Granada, la que puse por nombre “El Carmen del Verde Suspiro”.
La gente decía que tenía las mejores vistas sobre la ciudad desde el Albaicín. Y también que tenía las mejores veladas, y las mejores fiestas de verano.
Allí estaba el hermoso limonero de mi jardín, allí también la pena de la sangre derramada.
9. EL CALLEJÓN
(Diario de campo, 7 de septiembre)
En el estío de Granada, arriba pega el sol sobre los grandes corralones austeros, encalados en mi casa. Al fondo las cuadras, y una enorme gavillera. Todo destellaba bajo el sol, la cal ardiente y la parquedad del medio.
Puro minimalismo andaluz, adornado con algún rodapié y algún azulejo incrustado en la pared.
Reino del blanco limpio, relimpio. Reino del Albaicín.
Yo vivía entre los gitanos. Pasaba los atardeceres de otoño en el callejón de la moruna. Allí estaba Manolín, su hijo, con sus amigos. Cantaban y tocaban la caja. Allí, en lo alto, en la ventana, estaba Inma, la gitana joven, la de las trenzas, la que se peinaba lentamente al sol.
Yo viví entre gitanos. Y me prohibí leer a Federico García Lorca. No fuera a ser que se quedara para siempre con mi voz.
Poema:
Adiós a las hijas de Bernarda Alba
Adiós a las hijas de Bernarda Alba.
Ya no seremos más aquellas hembras
que mueren por un macho.
Ya no seremos más competidoras,
feroces por un hombre,
Pepe El Romano, o cualquier Don Juan.
Ya no iremos al tálamo nupcial
para huir de madres hirsutas y de padres ausentes.
Adiós Bernarda, hembra machista y patriarcal.
Ahormada a fuego lento en la sumisión al macho,
no nos domesticarás.
Nunca más, silenciosas – silenciadas,
presas en las redes de lo doméstico,
sentadas en los tresillos del aburrimiento,
Alucinadas por el blanco de nuestras sábanas.
Visión de las vencidas.
Tarea ardua, descolonizarnos.
El pasado está herido de muerte.
María Antonia García de León