Diego Vasallo (San Sebastián, 53 años) no suele abordar temas de actualidad o temas sociales en sus declaraciones y entrevistas, quizá porque prefiere que hablen sus canciones. Además, le parece que si sus canciones se pegan demasiado a la actualidad luego no envejecen bien. Pero niega que eso le reste su condición de ser social y político: “Cuando tú lanzas una mirada, una forma de ver las cosas, en realidad estás diciendo bastante de lo que estás viendo y de cómo te está afectando, como persona y como artista. A mí los autores que tienen miradas bastante personales y potentes me suelen interesar. En tu forma de mirar, efectivamente, influye todo lo que pasa fuera”, asegura el músico, tranquilamente sentado mientras toma un café en un bar de Madrid, adonde ha llegado desde el País Vasco para presentar su último disco, Las rutas desiertas, que se publicó el pasado día 7.
Bajo esa tesis, la mirada de Vasallo, que inició su carrera musical en 1984 junto a Mikel Erentxun y Juan Ramón Viles en la banda Duncan Dhu, no está ahora deslumbrada por ninguna luz: “Como me dicen que mis canciones son sombrías, oscuras, melancólicas, pues probablemente es porque yo tenga esa percepción del mundo que tenemos ahí delante”, argumenta en un principio, para acabar con una afirmación más rotunda: “Mis canciones han solido ser sombrías y un tanto oscuras porque a mí el mundo en general me parece un lugar bastante oscuro e inquietante”. Y esa oscuridad, aunque no de una negrura tan profunda como en los cortes del álbum Canciones en ruinas (2010) —“el disco más sombrío que he hecho nunca”, creado en una época complicada tras un divorcio y un clima de desencanto con la industria musical—, sí que se vislumbra en los temas de Las rutas desiertas. 11 canciones impregnadas de rock y blues, también con toques country y folk, que acomodan su visión desencantada de la realidad a su característica voz rota, y que le emparentan desde este lado del Atlántico con Tom Waits.
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Vasallo explica que sus letras hablan de cosas universales: “Los temas pueden tratar del amor, del paso del tiempo, de envejecimiento, la muerte, la soledad, pero me importa mucho cómo se dicen las cosas; además de qué se dice me importa mucho el cómo”. Pero a pesar del aspecto de conjunto bien ensamblado de las canciones del último disco, coproducido entre Fernando Macaya y el propio Vasallo, el músico donostiarra no aborda los discos con una idea concreta o un hilo argumental premeditado. “Suelo empezar a escribir canciones y cuando ya veo que hay cierto material me pongo más a fondo con los textos, que es lo que me lleva más tiempo”. Hasta ese momento, solo trabaja con esbozos y bocetos musicales, cosas muy dispersas.
El cantautor vasco compagina desde siempre dos grandes pasiones, la música y el arte. De hecho, en los últimos 15 años ha realizado bastantes exposiciones, de obras que se podrían englobar en la abstracción de mediados del siglo XX aunque él se considera heredero de los paisajistas franceses y americanos del XIX. “He pintado y he dibujado desde que era pequeño, ya de crío iba a academias de pintura, y en la adolescencia lo que realmente me fascinó era el cómic y la ilustración”, explica. E incluso afirma que tanto él como las personas de su entorno siempre hubieran apostado por que se dedicaría a las artes plásticas: “Nunca había tenido un talento especialmente natural para la música, pero la música se cruzó en la adolescencia de una manera muy fuerte y potente”.
Y cuando se refiere a los orígenes de Duncan Dhu, habla de un proceso natural que con los años se convirtió en excepcional: “Éramos los típicos adolescentes que tenían auténtica pasión por la música, nos fascinaba, nos golpeaba, la música era algo que nos movía mucho”, explica mientras hurga en la memoria. “Hablando con otros amigos surgió la idea de formar un grupo de una forma totalmente naÍf, y desde esa decisión hasta ahora”. Y él lo resume con el título de otra canción suya: “La vida te lleva por caminos raros”. “Nunca me hubiera pensado que me iba a dedicar profesionalmente a la música y, sobre todo, durante tanto tiempo”.
Diego Vasallo empezó una fértil carrera en solitario en 1997, también formó un proyecto musical denominado Cabaret Pop, e incluso ha publicado discos con Suso Saiz y el poeta Roger Wolfe, pero guarda especial cariño para aquellos inicios en San Sebastián. “Eran tiempos muy inocentes, y al mismo tiempo muy emocionantes y divertidos. Tengo muy buenos recuerdos de los primeros tiempos, de los primeros primeros”. Y con la perspectiva de ahora, le sorprende la velocidad que le imprimían a todo. “Lo que es más sorprendente es la velocidad a la que iban las canciones, es increíble, lo he comentado con Mikel y es sorprendente, supongo que serían las hormonas. Ahora seríamos incapaces de tocar a esa velocidad”.