Rafael Osío Cabrices: «Falta mucho para que escampe en Venezuela»

 

Rafael Osío Cabrices. Fotografía: cortesía de Cynthia Rodríguez
Rafael Osío Cabrices. Fotografía: cortesía de Cynthia Rodríguez

por Isabel Cristina Morán

Venezuela es como un niño de 12 años que quiere robarle el carro al papá para correr en las calles. Así se comporta el colectivo de este país, como un adolescente. A esto súmele lluvia, mucha lluvia, un aguacero de preguntas, respuestas inconcretas e incertidumbre. Enciérrelas a continuación en un libro, en cien columnas publicadas previamente en la revista Todo en domingo y ahora compiladas en Apuntes bajo la lluvia: cien crónicas empantanadas, del escritor Rafael Osío Cabrices. No tendrá más que retratos de su entorno.

Escribir sobre su país es mejor que quedarse, incluso es más saludable. Y eso que estamos frente a una cultura oral, que necesita que le digan las cosas ya escritas antes, aunque, «se lee más de lo que uno cree, pero menos de lo que quisiéramos».

Él, por ejemplo, lee más de lo que escribe. Y escribe «bastante».  No se aprende a escribir. Eso se hace en la práctica lectora. Lo entendió así Rafael Osío porque en su haber tiene varios talleres y cursos de redacción dictados. Considera que en ninguno de esos casos logró algo, es más, siempre fracasó. Imperioso ha de ser para siempre ver los textos como un carpintero ve una mesa: hay que trabajarlos hasta que brille la madera. Esto se hace con barniz; lo otro, borrando y escribiendo.

Seguirán lloviendo crónicas que retraten el día a día del venezolano porque «falta mucho para que escampe en Venezuela», pero esas gotas no caerán más en Todo en domingo. Sus columnas ya dijeron todo lo que tenían que decir en espacio. Desde 2004 lo dicen. Es que «todo cumple un ciclo» y, como en su columna, la vida sigue y se escribe sola.

¿Nunca va a escampar en Venezuela?

Pariendo de la metáfora de la lluvia incesante que aplasta a uno y a la cotidianidad quedan varios años de aguacero. Este ciclo de de transformaciones en el país no está para nada cerrado. Entramos en un nuevo ciclo histórico con la muerte de Hugo Chávez. Es él el último representante de una era, no el primer de una nueva. Para abrir otra etapa hace falta que se cree una ecuación de poder y relaciones entre ciudadanos y estados y entre ciudadanos y sí mismos. Que lleguemos a una nueva idea más o menos compartida de lo que queremos para Venezuela.

¿Eso será difícil?

Todo consenso es cuesta arriba. Uno de los grandes problemas del país es que no nos ponemos de acuerdo. No nos ponemos de acuerdo con la realidad de una nación tan contaminada de propaganda, tan contaminada de prejuicios individuales. Por ejemplo: medio país cree que ganó uno candidato y la otra mitad creen que ganó otro.

Antes de Chávez , había un conjunto de mentiras que nadie se creía. Cuando éramos chiquitos nos vendían un país que resultó no existir, pero ese conjunto de mitos era un consenso. Éramos un país capaz de ponerse de acuerdo, aunque de una manera artificial. Vamos a tardar mucho en coincidir, por tanto, vamos a tardar mucho en que  escampe; ese diluvio de conflicto permanente, de incertidumbre, de preguntas sobre lo que somos y de sorpresas, se va a mantener.

¿Siente que perdió su país?

Perdí muchas cosas, no todas. Venezuela cambió. Me llama la atención gente mayor que se pregunta cuándo saldremos de esta pesadilla, y no, no es una pesadilla ni un mal sueño, es la realidad. Hay gente que cree muerto el chavismo vamos a volver al país antes, y eso no sucede, el país cambió.

¿Qué tiene que pasar para que escampe?

Una combinación de un montón de cosas. La pregunta la contesta cada quien desde su perspectiva. Es un conjunto de asuntos desde el punto de vista económico y social. Desde el punto de vista de alguien que observa las cosas y escribe sobre ellas, creo que los venezolanos tenemos que reconciliarnos con la realidad, verla tal cual es aunque no nos gusten, identificar el problema y trabajar para desaparecerlo.

Cinco problemas que los venezolanos debemos reconocer

Rechazo a la norma: mientras ni siquiera respetemos un semáforo, no podemos avanzar. Ser ciudadanos es estar consciente de nuestros derechos y defenderlos y también estar consciente de se sus deberes y cumplirlos, se ha dicho miles de veces, pero no lo hacemos.

Si no aceptamos normas, imposible es convivir, lo que nos lleva al segundo problema: dejar de insultarnos. No podemos esperar a que el Estado nos resuelva todos los problemas, debemos tener responsabilidad individual. Un tipo que te pega, que te trata mal, pero te mantiene. Respeto a la norma, aceptar la realidad, convivir y responsabilidad individual. Es todo.

En este sentido sus textos son testimonios históricos para el futuro…

Sí, por eso busqué un historiador que prologara el libro. Me interesa el periodismo como parte de una historia del presente; uno solo puede entender el presente como el tiempo sin ir hacia atrás y si amplías el espacio, si miras a otro sitio. De ahí Salitre en el corazón y el Horizonte encendido.Para entender mi propia realidad debía mirar mi alrededor.

Con la columna, ¿qué trató de hacer?

Este libro es la recopilación de tus columnas en Todo en domingo entre 2008 y 2012. Le habló directamente a la realidad inmediata, tangible, de los seres humanos que vivimos en el país para entender los cambios colectivos que vivimos, que tienen que ver mucho con lo individual. Y la idea es que la gente se haga preguntas, no quiero transmitir respuestas, quiero que la gente se pregunte porque cuando empiezas a preguntarte las coas, comienzas a protegerte, a pensar por ti mismo y ese pensar por ti mismo es el primer paso para ser un ciudadano.

No está en Todo en Domingo, ¿qué viene ahora?

Me gustaría volver a escribir en prensa; todavía no se dónde hacerlo. Quiero ampliar el lente geográfico. Hoy, siento la necesidad de reencontrarme con el resto del mundo, porque estamos aislados. Lo que quiero publicar en medios es algo que sigue ampliando el lente histórico.

¿Va a ser periodismos de opinión?

No sé cómo hacerlo, ni dónde, no he tocado puertas todavía.

«Buen» momento litetario
Un poeta
Luis Alberto Crespo.

Narrativa
Me gusta mucho Norberto José Olivar…y muchos más. En Venezuela tenemos buenos narradores, buenos ensayistas, grandes poetas.

¿Es un buen momento literario en el país?
Se está escribiendo y publicando bastante a autores nacionales. Es un buen momento en términos de producción, edición y distribución. Los concursos ayudan mucho.

Publicaciones
– Apuntes bajo el agua: cien crónicas empantanadas (2013)
– El horizonte encendido (2006)
– La vida sigue (2008).
– Salire en el corazón (2003).

admin@elmaracaibeno.art

El Maracaibeño es un periódico literario y cultural fundado por Luis Perozo Cervantes, cuyo primer y único número impreso fue lanzado el 8 de septiembre de 2014, bajo el lema “El nuevo gentilicio cultural”. Su creación surgió como respuesta a la necesidad de un espacio dedicado a la promoción y difusión de la cultura en Maracaibo.

El 1 de octubre de 2017, El Maracaibeño dio un paso importante al transformarse en un diario digital, convirtiéndose en el primer periódico de la ciudad enfocado exclusivamente en la cultura. Con su nueva versión digital, adoptó el lema “Periódico Cultural de Maracaibo”, extendiendo su alcance a todo el país.

Este periódico es una propuesta respaldada por la Asociación Civil Movimiento Poético de Maracaibo, que busca fomentar un periodismo cultural que contribuya a la construcción de una nueva ciudadanía cultural en la región. El Maracaibeño se posiciona como un vehículo para llevar las noticias más relevantes de la cultura, desde críticas de arte hasta crónicas y ensayos, cubriendo así una amplia gama de expresiones artísticas.

El Maracaibeño no solo es un medio informativo, sino un símbolo de la riqueza cultural de Maracaibo, llevando a sus lectores las noticias más importantes del ámbito cultural, tanto local como internacional.

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